La cena fue entrañable, conocimos a un montón de gente viajera, todo en una atmósfera muy hippie: musiquita guay, lucecitas suaves
de colores, estanterías con todo tipo de libros que puedes intercambiar por alguno tuyo, ceniceros y más ceniceros, cervezas, perros
(algún que otro porro también), gatos y loros por en medio de todo el mundo, ….rinconcito de Internet con los ratones más sobaos que
sobaos, fotos de gente y paisajes por todas partes, sillones con cojines, lamparitas árabes…… ¡una auténtica maravilla! Mike me dio
unas lecciones magníficas de fotografía, resulta que es cantante y fotógrafo (www.mikeharing.com) y Brandon jugó con Sara a la yenca,
a las cuatro en raya y tantos otros juegos de mesa… Luego salimos a tomar algo fuera pero era tarde y llovía torrencialmente así que
nos bebimos una cerveza rápido para despedirnos de nuestros amigos y a la cama.
Pensamientos de un ama de casa nómada sometida por el imperio de los mosquitos:
"¡Necesito hacer una colada! Llevamos mucha
ropa húmeda y las botas manchadas de barro. Aunque he lavado unos calcetines y los he puesto a secar delante del ventilador, con esta
humedad no se seca nada. El olor de ropa mojada con sudor es un poco…como diría…ASQUEROSILLO y con todo enlatado en las mochilas aunque
sea en bolsas estancas y toda la repera, ¡HUELE! Además estoy convencida de que por la noche nos siguen picando los malditos mosquitos……"
24 de octubre Volamos a Cudad de Guatemala
La tarde anterior decidimos cambiar los planes. En vez de pasar diez horas en un autobús hasta Guatemala City corriendo el riesgo
de encontrar las carreteras cortadas por el mal tiempo pensamos que es mejor volar directamente de Flores a la Capital. Luis consigue
cuatro billetes de milagro. Estamos tomando decisiones de última hora lo cual tiene su parte buena: aventura, sorpresa… y su parte
mala: tienes que coordinar vuelos, horarios, alojamiento, etc.… y no es nada fácil.
Nos lleva mucho tiempo la búsqueda de información en Internet, el moverte en taxi, tuc-tuc o lo que sea hasta el aeropuerto, la estación
o el hotel correspondiente y bastantes nervios asegurar los siguientes pasos. Vamos con las niñas y a ellas les da seguridad saber
qué va a pasar y dónde vamos a dormir. Pero muchas veces no les podemos contestar y eso no les gusta. También nos estamos planteando
saltarnos Honduras y Nicaragua por las previsiones de mal tiempo y lo complicado de las comunicaciones.
Nos pegamos el madrugón y a las 8 tomamos el avión para Ciudad de Guatemala. Medio millón de turistas más han debido pensar lo mismo
porque el mini aeropuerto está hasta la bandera. Alguien nos dice que la situación de las carreteras es mala por el temporal y la
gente toma la alternativa del avión, no queda otra, bueno sí, quedarse hasta Dios sabe cuándo.
Al llegar nos espera Javier en el aeropuerto. Es fácil reconocerle porque es el único que tiene la tez clara y sobresale un palmo
entre la muchedumbre. Hace un día soleado. ¡Uhhh por fin buen tiempo y una ciudad medio en condiciones! un coche normal, aceras, edificios….tras
días en la selva un poco de civilización no viene mal, aunque según Javier Ciudad de Guatemala no tiene gran cosa para ver y no conviene
andar sólo por ciertos sitios del centro.
La casa de Javier y Angélica es de tipo colonial; enorme, con un salón inmenso en dos niveles con vistas al jardín y varias habitaciones.
Lo mejor de todo es que tienen dos gatos y una gatita de dos meses y las niñas no han parado de jugar con ellas desde que llegamos. También
contactamos con nuestra amiga Claudia de Couchsurfing para intentar vernos. La conocemos porque durmió en nuestra casa de Madrid y
pasó todo un día con nosotros el año pasado durante su viaje de seis meses a Europa.
Después de acoplarnos, pasamos el resto del día descansando y por la noche salimos a cenar a un restaurante italiano con música en
vivo en una zona muy popular llamada "cuatro grados norte" que acaban de rehabilitar con zonas peatonales y un montón de restaurantes
y pubs modernillos.
¡Qué gusto, se agradece un poco de sol y de tranquilidad!
Como no hacen reserva, el primero que llega es el primero que "pilla" así que Luis baja disparado de la camioneta para poder encontrar camas juntas. Estos albergues suelen tener habitaciones privadas de 4 a 6 literas, pero lo que no queremos es dormir separados. Después de movilizar a medio hostal y negociar el precio, conseguimos una habitación de 3 literas para nosotros solos. Mike y Brandon, que están de "charleta" en el hall de entrada se quedan sin habitación así que Luis les recomienda el hotel en el que se alojó él la última vez.
Nosotros armamos el campamento y decidimos ir a dar un paseo bajo la lluvia justo cuando Mike y Brandon entran por la puerta y es que el ambientillo está aquí. Y EN ESE MOMENTO OIMOS LAS PALABRAS QUE LLEVAMOS TODO EL VIAJE QUERIENDO ESCUCHAR:
"Si queréis nos podemos quedar con las niñas un rato mientras vosotros dais un paseo".
Las niñas se ponen a gritar de contentas y nosotros más
todavía. Dimos un paseíto por Flores que se recorre en unos 30 minutos y luego cenamos todos juntos en el hostal.
25 de octubre Visitamos la ciudad colonial de Antigua
Hoy hemos ido con Javier a visitar Antigua un pequeño pueblo de estilo colonial español que se esconde entre tres volcanes, llamados
Acatenango, Agua y Fuego. Es como una Extremadura en miniatura y ha sido declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es conocida
además por destrozar los coches por los turistas debido a que sus calles son todas adoquinadas, como en los viejos tiempos.
Vamos en dos coches. Nosotros seguimos a Javier en un pequeño Jeep 4x4 que nos ha prestado para visitar esta zona y la del lago Atitlán.
Nada más llegar subimos a un mirador desde el que hay una vista espectacular de Antigua con el volcán Acatenango al fondo. La ubicación
de la ciudad no puede ser más idónea, en un valle rodeado de volcanes acariciados en sus cumbres por tímidas nubes seguidos de colinas
cubiertas de un verde manto de césped y arbolado allá donde mires. Y Antigua abajo con sus calles en distribución matricial repletas
de carromatos, turistas y salpicada por cientos de torres de iglesias y basílicas.
Después de pasar unas dos horas buscando un hotel, elegimos al fin uno que nos recomienda Javier en una Hacienda de una antigua plantación
de café. Aquí todo, absolutamente TODO, es precioso y está muy bien conservado. Las casas tienen fachadas de colores con verjas de
forja en las ventanas, patios interiores y atrios de columnas de granito en las que se apoyan primoroso artesonados en madera. Se
respira aire colonial por todas. Es sábado, día de mercado y de mucha actividad en Antigua. Las indígenas ponen sus mercadillos multicolores
en las calles para vender artesanía y mil abalorios a muy buen precio. ¡Te dan ganas de llevarte todo!
Pasear por Antigua y entrar en los patios, hoteles y posadas es entrañable. Detrás de cada esquina se puede uno encontrar con fachadas
todavía en pie de iglesias renacentistas del siglo XV en adelante que se construyeron por docenas aquí debido a que las distintas
órdenes religiosas pujaban entre sí por levantar el monasterio más grande o la escuela más prestigiosa. ANTIGUA debe su nombre a que
era la "Antigua" capital de Guatemala, llamada también Santiago de los Caballeros y que fue considerada una de las capitales más grandes
del nuevo mundo y de las ciudades más hermosas de las Indias Españolas. El lugar que ocupa hoy en día Antigua es la tercera ubicación
después de la destrucción por inundaciones y terremotos de los asentamientos anteriores.
Después de patearnos cada calle, cada placita, cada soportal y cada rincón, descansamos nuestros pobres pies y llenamos nuestros estómagos
en "La Cuevita de los Urquizu" donde en la misma puerta exhiben y te dan a elegir entre los distintos guisos de carne en unos peroles
de barro que sólo de verlos se te hace la boca agua. Luis se decide por unos callos, las niñas por un guiso de pollo y yo por las
mejores costillas que he comido en mi vida…mejores incluso que las que hago yo misma.
Por la tarde Javier vuelve a Guatemala City y nosotros nos quedamos en la Hacienda que es magnífica. Las habitaciones se distribuyen
en dos plantas bajo soportales decorados con mobiliario construido por los mismos dueños. En el patio, rodeado de fuentes está nuestro
cochecito que, bendito sea, nos deja Javier para visitar el país.
26 de octubre Los niños ladrones de Chichicastenango
Gracias a Dios, o mejor dicho a nuestro amigo Javier, tenemos coche propio. Las carreteras de este país son indescriptibles. Y aunque
el paisaje es tan bonito como el de Asturias, conducir se convierte en todo un ejercicio de supervivencia. Javier ya nos advirtió
que tuviéramos cuidado con las guaguas, autobuses escolares americanos adquiridos de segunda mano y pintados en mil colores que dominan
el transporte público de Guatemala. Hasta ahora no habíamos visto jamás derrapar a un autobús. El colmo fue cuando detrás del primero
a la salida de la misma curva de arena y en pendiente hacia abajo apareció otro que derrapó más todavía hasta casi ponerse en dos
ruedas. Se creen los amos de la carretera, conducen como auténticos cafres y van llenos de indígenas, pollos, sacos de patatas, trastos,
niños y bicicletas entre otras cosas. Pitan para que les dejes paso y te adelantan pase lo que pase. ¡NO SE APARTAN! Muchos vuelcan
claro y otros causan accidentes. Hay carteles, como el de la foto, en el que se pide más prudencia y que piensen en los demás, pues
hay decenas de muertos cada año.
La carretera (por llamarle algo) que une Antigua con Chichicastenango está eternamente de obras. Los distintos gobiernos la van arreglando
en tramos pero la orografía, los aguaceros, los temblores y sobre todo la corrupción, no ayudan y se derrumba cada dos por tres. El
resultado es que se tardan tres o cuatro horas en hacer un trayecto de tan solo 150 km. Eso si no te pilla un corte de la carretera
por las obras. Son tan espabilados que cortan esta vía principal en ambos sentidos durante horas y para cuando la vuelven a abrir,
las guaguas y multitud de vehículos se han puesto en doble carril a ambos lados y tardan otra eternidad en hacerse huecos y decidir
quién se aparta y quien pasa primero. No es extraño que en los gigantescos atascos aparezcan infinidad de nativos que bajan de las
montañas a venderte de todo, fruta, agua, artesanía, etc. ¡Absolutamente Kafkiano, pero real!
Javier el pobre nos llamaba de vez en cuando al móvil para preguntar cómo estábamos. Al principio pensamos que se preocupaba por si
teníamos algún percance con el coche pero días más tarde descubrimos cuál era su verdadera preocupación.