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7 de julio        Mundo Árabe

Menos mal que reservamos un hotel por Internet y que le insistimos a Akram, nuestro huésped en Amman, para no ir la primera noche a su casa porque nos teníamos que poner en el peor de los casos y así fue. El pobre taxista del hotel nos estuvo esperando toda la noche en el aeropuerto hasta que llegamos a las 5:00 a.m.

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Pero el hotel fue otra lotería y aunque sencillo, estaba muy sucio y lleno de polvo. La excusa: han tenido tres días de vientos fuertes y la ventana del baño estaba abierta. Pero oiga si este polvo es de no haber limpiado en meses ¡. Más tarde confirmaríamos que efectivamente, ese polvo venía con el viento. Las niñas ni se dieron cuenta de cómo era la habitación, llegaron dormidas.

Pasamos de tener que escupir para poder hablar en correcto inglés a oír cómo se tiene que medio ahogar  uno para hablar árabe. Por Dios, que idioma tan desagradable, y además, no vale hablar normal, hay que decirlo todo gritando, porque sino, no eres persona. Te pegas unos buenos sustos cuando vas en taxi en silencio, suena un móvil, dicen “allo?” en un tono normal y lo siguiente a pleno pulmón es “aharrjaa bibibi jrahehjejjj  ghhhaaaghjj”

El chico del hotel se deshace en perdones por las condiciones de la habitación y nos hace una rebajilla. Desayunamos opíparamente con pan jordano y mientras esperamos al taxi para ir a casa de Akram, le contamos nuestra aventurilla. Por lo menos están siendo muy requeteamables hasta ahora.

Akram nos recibe en el portal de su casa que es enorme y que tiene EL MISMO POLVO que había en el hotel!. Además hay otras tres guiris alojadas a la vez que nosotros. Akram es palestino pero jordano de adopción y musulmán hasta la médula, y casado con una americana. Hacen una pareja muy singular. Tenemos una conversación muy interesante con él sobre los palestinos y los israelíes que nos pone un poco al día del conflicto este que nunca acaba. También hablamos de Dios , Alá y las mujeres……..después de rezar a las 5 de la tarde nos acompaña a un ultramarinos cercano para hacer acopio de las viandas. Pasamos la tarde charlando con él y las belgas y luego preparamos una cena entre todos para todos. Lo de siempre, tortilla de patata.

En un momento dado, yo vuelvo a la cocina desde la habitación, mientras en el salón las niñas ven unos dibujos animados y Luis escribe en el ordenador, para encontrarme la siguiente escena: las belgas y la americana están de espaldas a la cocina y mirando en dirección a la mesa y veo a Akram tumbado en un rincón entre los muebles y la mesa. Lo primero que pienso es que está arreglando algo debajo del fregadero pero cuando me acerco a cotillear me doy cuenta de que en realidad está medio desmayado en el suelo, con un brazo sobre la cara y el pelo quemado. Miro a las guiris y las tres a la vez me cuentan atropelladamente que abrió el horno para una de ellas, salió un fogonazo y Akram se cayó tumbado. Debía haberse acumulado algo de gas en el mismo y al encenderlo provocó la llamarada. –Pero bueno, y vosotras qué hacéis ahí paradas?- Las  pobres estaban pálidas.

Mientras tanto, ni las niñas ni Luis se habían enterado así que cerré la puerta de la cocina muy disimuladamente y me arrodillo al lado de Akram. Le hablo despacio para ver si está consciente y compruebo que me oye y me responde aunque le cuesta. Mientras, yo le voy informando de todos los pasos que voy a dar.  Se tapa un ojo y dice que está mareado y me pongo en el peor de los casos, que se haya quemado los ojos. Afortunadamente su reflejo fue ponerse el brazo delante de la cara con lo que se quemó todos los pelos del brazo pero la cara no. También se le ha quemado el pelo de la cabeza pero tiene una buena melena así que no se le notará mucho. Le aplico aceite cerca del ojo y luego le ponemos hielo. Le incorporamos lentamente y luego le sentamos. Para entonces llega su mujer. –Hola! Qué tal , todo bien? Nos pregunta sospechando al ver a todas alrededor de Akram. –Sí, si, aquí de charla mientras hacemos la cena – Aah ¡ bueno, bien, bien. Al ratito Akram se va a su cuarto con ella y suponemos que le explicaría. Ël nos pidió antes de que llegara que fuera todo lo más normal posible para que Bianca no se asustara. Cuando se fue de la cocina, las guiris reaccionan y empiezan a hablar a la vez. Una de ellas me pregunta si era enfermera o algo así y ante mi negativa respuesta otra afirma: No será por ser enfermera pero es que es madre y las madres saben cómo reaccionar.

Vamos yo creo que es lo que habría hecho cualquiera.

Nos comemos la tortilla, la ensalada de pasta, el queso feta con aceita y el jodish (o algo así, torta de maíz)

NOTA. Casi me desmayo cuando compruebo sentada en el baño que los AZULEJOS DE LAS PAREDES DEL BAÑO SON LOS MISMOS QUE LOS DE LA CASA DE CAMPO DE MIS PADRES. PERO QUE MUNDO ES ESTEEEE!!!!!

8 de julio        A Jerusalén con lo puesto

Recuperada del shock de los azulejos y con una muda para cada uno en la maletita de las niñas y sus bikinis por lo que pueda pasar, nos vamos a pasar cuatro días en Jerusalén. Sandra, la española que conocimos en Tulamben, Bali, nos dejaba su casa por unos días.

Ya llevábamos unas horitas despiertos porque a las 5 de la mañana empiezan a cantar desde los minaretes de las mezquitas para ir a rezar y si el cantor en cuestión lo hace bien, pues hasta tiene su encanto, pero como cante mal te acuerdas de su madre. La verdad es que por todo el país se oyen a distintas horas del día esos cánticos que parece que paralizan el ritmo del mundo para ser escuchados, y que al final, resultan hasta entrañables y se echan de menos después. Akram nos explica que cantan dos veces: una para llamar y otra con una oración y que, a pesar de nuestro buen oído, siempre recitan los mismos versos del Corán. Es como cuando oíamos al afilador de pequeños, pero más melodioso y con más alcance.

Primero un taxi desde casa de Akram hasta la frontera a 20 Km, pero a 2 Km de la misma se para en un lado de la carretera bajo un árbol donde hay otros tres o cuatro taxis. Discute con los otros taxistas y nos dice que nos tenemos que cambiar de  coche. No entendemos nada pero sobre todo no nos fiamos. Los otros no hacen más que mirarnos dentro del coche y poner caras. Por fin nuestro taxista nos explica que él no tiene licencia para llegar hasta la frontera y que este es un chanchullo que tienen entre taxistas, pero que nosotros no tenemos que pagar nada, que les paga él. Nos ponemos serios y les decimos a todos que queremos llegar a la frontera como sea, así que hacemos el apaño y por fin llegamos a las instalaciones de la frontera entre Jordania e Israel, el en puente del rey Husseim.

Ya nos advirtieron que los trámites podían ser largos pero lo que no nos esperábamos es que fueran tres horas, entre otras cosas porque el caos que tienen allí montado es para verlo. La salida de Jordania no fue complicada, nos sellaron los pasaportes y nos montan a todos en un autobús para cruzar al otro lado.

En esto nos percatamos de que hay otra pareja de españoles haciendo el trámite y como era de esperar entablamos conversación: ah! también vais a Jeru?  Si, y vosotros, con las niñas ¿si… Pues nosotros ya hemos venido varias veces, es que nos  encanta todo esto. – Ah¡ pues contarnos, contarnos porque nosotros bla, bla, bla, la vuelta al mundo bla, bla, bla---Y con niñas ¿? Qué machotes¡ - Pues acabamos de estar en Egipto cerca de la frontera en un resort de esos de todo incluido de p.m. con tus cocteles y tu piscina, super bien atendidos, y por dos perras (él era vascote)- Ah sí? Pues decirnos porque nos parece que las pirámides serán para otra ocasión………..

Nos bajamos del bus y lo primero que sientes es una bofetada real de calor (como cuando abres el horno para ver cómo va el pollo) y lo segundo la bofetada moral de pensar en esas pobres mujeres cubiertas de la cabeza a los pies, con manga larga y no sabemos cuántos trapos encima con este calorcito. Hay instalados unos ventiladores gigantes que vaporizan agua y dan cierta sensación de frescor pero aún así se agolpa todo el mundo para entregar maletas y pasar por unas vallas que llevan al control de seguridad, y de allí a una cola eterna para que te sellen los pasaportes y después a otra ventanilla para que te comprueben los pasaportes, y de ahí a otra salida donde te  cachean y de ahí a otra sala donde te encuentras todas las maletas desperdigadas por el suelo. Hacemos entonces una búsqueda por los cuatro puntos cardinales de la sala y nos vamos gritando uno a otro según las encontramos.

Nota: los agentes de aduanas  son gente con acné juvenil casi. Y los hay vestidos de civiles pero ARMADOS con un fusil como el que lleva un bolso de D&G al hombro. Estamos entrando en un país militarizado hasta la médula. ¿Y para qué venís? ¿Y cuánto tiempo ¿Y dónde se os puede localizar? ¿Habéis estado aquí antes?

Cuando ya por fin salimos tenemos que buscar un taxi que nos lleve hasta la ciudad y por el camino nos preguntamos por qué esta gente sigue pegándose por estas tierras si aquí NO HAY NADA, ni una mísera ramita, solo arena y piedras, como lo que se ve en la tele. No hay ni ranas con cantimplora, no hay NADA.

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Llegamos a Amman y Akram nos recibe en su casa.
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La costumbre es comer todos juntos sentados alrededor de la comida.A veces prepararlo todo conlleva graves peligros para la salud...
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Los trámites burocráticos en la frontera por parte de las autoridades israelíes se hacen interminables. Empiezan a aparecer las primeras metralletas...
Por fin estamos llegando a Jerusalén, la ciudad tres veces santa.

Poco a poco vamos viendo cómo se engrandece la santa ciudad a lo lejos y llegamos por una autopista que ya quisieran los alemanes. El taxi comunitario nos deja en la Puerta de Damasco (una de las puertas de entrada a la vieja ciudadela) y de allí tenemos que coger otro para ir a casa de Sandra a la que ya hemos avisado previamente. Y hasta aquí todo parece sencillo pero el tema se empieza a complicar y mucho cuando preguntamos como a unos 9 taxistas y ninguno sabe dónde está la calle Aristóbulus. Todos hacen lo mismo, repiten por lo bajini el nombre de la calle miran a un lado, a otro , llaman por el móvil a no sé quién para decirte al final que ni flores. Alguno dice que sí pero que son 50 chekils (equivalentes a 40 euros) y les decimos que ni muertos. Bueno por fin logramos contactar con Sandra, que se lo cuente a un taxista y llagamos a la famosa casa, que resultó estar a sólo dos Km de la puerta de Damasco, decididamente nos timaron (al final pagamos 7 euros por algo que no valía ni 2).

Sandra viene a recibirnos con la lengua fuera porque tiene una reunión a la que volver y nos abre su apartamento en la azotea de un edifico que da a una de las calles de más ambiente de Jerusalén, con una terraza que es dos veces la casa y en la que corre una brisilla muy agradable.

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Estamos en pleno julio con un calor de impresión, pero algunos como si nada. Y es que estamos en Jerusalén y esto es otro mundo.
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Hay que reponer fuerzas tras el engorroso viaje entre Jordania e Israel. La verdad es que la comida está buena y ya no tenemos que recurrir al KFC.

Nos acoplamos y salimos  a cenar a la plaza que hay a 50 metros del portal, la plaza de Zion. Y aquí empieza el circo. Hay muchísima gente en la calle, la mayoría joven. Los que no llevan sombrerito y tirabuzones, van con un fusil al hombro, o con los pantalones por debajo del culo, o con abrigo de lana. Las que no llevan pañuelo en la cabeza, van con peluca (lo explicaremos más tarde), o solo enseñan los ojos, o las hay hasta con minifalda. ¿Pero esto qué es????? Hay un barullo encantador en la calle peatonal, y estamos muy entretenidos viendo este espectáculo, pero tenemos hambre y queremos cenar. Vamos a mirar los precios de los locales de la zona y se nos empieza a fruncir el ceño. No puede ser. Hemos hecho mal la conversión de moneda, porque no puede ser que esto sea casi MAS CARO QUE ESPAÑA.

 

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Y por las calles empiezan a aparecer rabinos y más rabinos

Recapitulemos: estamos en el medio oriente, en un país donde hay arena y piedras, militarizado, lleno de judíos y musulmanes, de judíos…ah ¡ya está, son los judíos: AQUÍ HAY DINERO. Y eso se nota en el ambiente pijo donde los haya que vemos a altas horas de la madrugada desde nuestra magnífica azotea. Israel es caro. Así que nos comemos unos quebabs de esos bastante ricos y con eso y un vaso de leche, a dormir.

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