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31 de agosto        ¡Hindúes en las cataratas!   

Estamos teniendo una suerte bárbara con el tiempo porque todos los días hace sol y calorcito. Nos lo tomamos con tranquilidad y fuimos a ver las cataratas de cerca, queríamos estar  justo debajo de ellas, para lo que cruzamos andando la frontera entre USA y Canadá por un puente para verlas de frente desde el otro lado. El río Niágara marca la frontera entre los dos países. Es curioso, la orilla canadiense está abarrotada de casinos, que en el estado de Nueva York son ilegales. También nos llama la atención la cantidad de hindúes que hay; están por todas partes. Bob nos aclararía más tarde que al ser Canadá protectorado británico, los hindúes son ciudadanos habituales allí. Además se ven un número respetable de los típicos obesos “fast food” americanos”. Les hemos tomado algunas fotos y creo que vamos a crear una sección en la web dedicada exclusivamente a ellos.

De vuelta a casa preparé una cena a la española de tortilla de patata y pan tumaca que les encantó a todos. Y mientras cocinábamos, más cervecita. Al día siguiente era fiesta así que no había prisas y otra vez al jardín de cháchara hasta las tantas.

1 de septiembre         Chapuzón en el lago Ontario  

Teníamos planeado ir a ver Toronto, pero Mi nos recomendó pasar primero por “Niágara on the Lake” un pueblo de Canadá a orillas del lago Ontario. Alucinamos. Las calles adornadas de flores, las casas muy cucas y unas praderas con árboles de ensueño. Todo muy idílico. El agüita del lago transparente y templadita tentaba a darse un chapuzón y como no trajimos los bañadores, pues ya podéis adivinar: ¡Al agua en paños menores!……Al final pasamos allí el día y aunque se veía el skyline de Toronto a lo lejos, lejísimos, decidimos no ir. De vuelta por la tarde paramos en las bodegas de los viñedos que hay por el camino. Catamos unos cuantos vinos y compramos un par de botellas para Bob y Tokya. Todo muy a lo Falcon Crest pero en mini.

Y al llegar a casa,… ¡¡Más y más cerveza en el jardín!! Mi preparó un plato típico coreano parecido a las tortitas de camarones ¡estaba riquísimo! Sin embargo los niños comieron todos arroz con salchichas. Después más cháchara, más musiquita y más cervezas. De repente a eso de las once de la noche aparecen a lo lejos unas linternas…¡¡LA POLI DE LA UNIVERSIDAD!! Cuando estábamos en lo mejor de las conversaciones alrededor de la hoguerita aparecen dos polis porque algún vecino se había quejado del ruido. Mi se hace la coreana y Luis y yo los suecos. Bob les promete  polis que nos iremos a la cama antes de medianoche. Y así fue.

Imitando al resto del rebaño de turistas, nos enfundaron unos chubasqueros de cuerpo entero y montamos en el barquito que se acerca a los saltos de agua. Una vez debajo apenas ves nada pero el ruido es ensordecedor y  por supuesto te empapas de arriba a abajo. Después fuimos a comer alejándonos de la parte más concurrida que resultó ser una calle toda llena de atracciones a ambos lados de la acera y sobre todo de museos de cera!!!!!!

Elegantes a la par que discretos tanto de sport como enfundados en nuestros chubasqueros azules
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Largas noches de cerveza, barbacoas y conversación
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2 de septiembre      Luis da clase en la Universidad y multa de velocidad 

.- ¡Oye Luis! ¿Te atreverías a dar una clase en la Universidad?

Así me entró nuestro vecino brasileño Luiz Pereira que es profesor en la Universidad de Buffalo y al que le pareció interesante que diera una charla sobre nuestro viaje en su clase de “Diversidad cultural y entorno internacional”. Y allí me tocó ir a primera hora de la mañana y enfrentarme a 25 estudiantes en su primer día de curso. Hicieron muchas preguntas y creo que conseguí meterles el gusanillo de hacer sus sueños realidad. Hasta algunos de ellos me enviaron sus redacciones por Internet para que las leyera. Una experiencia muy interesante.

Al salir de la Universidad me esperaban Amaya y las niñas en el coche para volver a Woodstock. No llevábamos ni media hora en la carretera cuando ocurrió lo que todos sabíamos que ocurriría tarde o temprano…

 

¡Nos clavaron la primera multa del viaje!

 

El maldito “poli” estaba agazapado bajo la sombra de un árbol acechando cual lince hambriento. Me dio tiempo a verlo, pero no a pisar lo suficiente el freno, así que el coche patrulla empezó a avanzar cada vez más rápido para cazar a una de las victimas de la manada de turismos que bajaba por la autopista interestatal 190. Y yo rezando…“que no sea yo, que no sea yo” Pero si, era yo. Así que el depredador me calzó una buena multa por ir nada menos que a 88 millas/h cuando el límite era de 65. Y es que ¿Quién narices aguanta a 110 km/h un viaje de casi 600 km? En fin, qué le vamos a hacer, supongo que tampoco será la última.

Llegamos a Woodstock a media tarde. Tory y Tokya nos esperaban en el jardín de la entrada. A Chocolate y Nishaw les encantó vernos y a las niñas mucho más encontrarse con ellos de nuevo. Cenamos todos juntos en el porche y estuvimos charlando hasta la madrugada.

Mañana a New York para coger el avión a Los Ángeles (L.A. para los amigos). Por un lado genial, pero por otro nos da pena dejar Woodstock y la casa de Tokya. Nos llevamos fenomenal. Amaya más que nadie porque son amigos desde hace veinte años, yo porque nos gastamos bromas sarcásticas el uno al otro sin parar y las niñas porque juegan con los perros a todas horas. Y es que este pueblecito y esta casa tienen un sabor muy especial para nosotros. Los echaremos de menos.

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Luis haciendo sus pinitos como profesor universitario
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No os imagináis lo mal que lo estamos pasando...
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 3 de septiembre          NUEVA YORK.Fotos fashion con el skyline de fondo     

Llegamos a Nueva York a media mañana (sin multas gracias a Dios) y decidimos darnos una vuelta por Manhattan. Entramos en la isla por el Washington Bridge y la rodeamos pasando por la zona cero que sigue tal cual, aún no han puesto la primera piedra, por Battery Park donde vemos de nuevo la estatua de la libertad y por South Street Sea Port para salir de la gran manzana por el puente de Brooklyn. Al otro lado paramos en los muelles y nos hacemos unas fotos fashion con el Skyline de fondo.

Y a correr hacia el aeropuerto por si acaso. Llegamos con 2,5 horas de antelación, pero entre los inútiles de facturación de American Airlines y los más ineptos si cabe del control de seguridad, casi perdemos el avión. Nos hicieron quitarnos los zapatos y hasta los calcetines. Y si fuera poco nos tocó pasar por la máquina esa extraña que te lanza ráfagas de aire para ver si se desprenden partículas de droga de tu cuerpo. ¡Hasta las pe..…narices!

Casi siete horas más tarde llegamos a Los Angeles y nos viene a recoger Nancy, la madre de la casa en la que estaremos las cuatro noches siguientes. Viene descalza, lo que alucina a las niñas y a nosotros también. Amaya y yo nos miramos y nos reímos porque pensamos lo mismo: Que quizá también hagan pasar el control de seguridad a los que vienen a recoger pasajeros y por eso va descalza nuestra amiga. >:-) Así que “Nancy pies negros” nos lleva a su casa y nos presenta al resto de la familia. Marido y tres niñas nada menos. Un piscolabis y a la cama a dormir. Por cierto, cama de agua, para que luego digáis que esto de Couchsurfing es cutre.

4 de septiembre             LOS ANGELES. Día de adptación...    

Día de aterrizaje y adaptación al nuevo medio. Por la mañana nos acercamos a un par de Compañías de alquiler de caravanas y lo descartamos por los precios astronómicos. Amaya se va de compras con Nancy y yo me quedo con las niñas en casa. Sacamos un par de cajas de LEGO y construimos unas naves espaciales superchulas. Luego guerra interestelar por el jardín y el resto de habitaciones claro. 

Por la tarde nos hicimos unos sándwiches y nos fuimos, como Eva María, a buscar el sol en la playa. Fuimos en transporte público e Inocentes de nosotros ¡tardamos dos horas y media en llegar! Y es que las dimensiones aquí en L.A. tienen otra proporción. Pero mereció la pena. Nada más llegar a Hunttinton Beach nos encontramos un menda con un MP3 y nos cascos bailando sin parar en mitad del paseo. Lo gracioso es que se creía John Travolta y sin embrago lo hacía de pena, pero allí seguía el tío ensimismado y rodeado de chinos haciéndole fotos. ¡Super divertido!

Y dos pasos más allá, unos cincuenta aficionados tocando temas populares americanos con la bandurria. Había que verlos, al cual más pintoresco y es que para deleite del turista a este país en cuestión de horteradas no hay quien lo supere. Luego un heladito aquí, un granizado allá y una sesioncita gratuita de maquillaje que le ofrecieron a Amaya tras la que quedó bastante Californiana, la verdad. Paseamos por la playa repletita de monadas acompañadas de sus respectivos monos cachotas y por el muelle de madera que se adentraba en el mar hasta el atardecer, que fue espectacular. Por la noche cena en familia y a prepararnos para el día siguiente. ¡¡Mañana nos vamos a DISNEYLANDIA!!

Saltando en Brooklyn, Nueva York
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5 de septiembre             LOS ANGELES. En Disneylandia...    

Qué bonito! Qué bonito! Qué bonito…..Seguramente a los que son más ajenos al mundo infantil o de Disney, esto no les diga tanto, pero aunque sólo sea para ver lo magnífico que es el parque, merece la pena acercarse y quitarse el sombrero. Los decorados son espectaculares, realmente te transportan a un mundo de sueños y de cuentos. Está plagado de detalles como las coronillas de las lámparas con un adorno de Mickey Mouse…..Y a los que viven en las nubes, esto es como estar en casa, ¡¡PERO REAAALLLLL!! Hay princesas por todas partes, las casitas son una pocholada, y las tiendas…uff, Mpf! Y NOSOTROS SIN PODER GASTARNOS UN DURO EN CHORRADITAS!! Es que dan ganas de comprárselo todo.

Oy, oy, oy oy oyyyyyyy. Y cuando llegamos a un teatrillo en que había una súper tienda de princesas y UNA PELUQUERIA para niñas, para hacerles el repeinadito hortera por 50 EUROS!

Y las proporciones... ¿Qué me decís de las proporciones? Te montas en un trenecito pensando que va ser como el de la bruja de las ferias de la sierra y…primero tardas como un cuarto de hora en llegar al susodicho desde que entras a la atracción, pero eso sí, te tienen entretenido mientras tanto con proyecciones y videos. Luego te montas y haces como kilómetros de vías, y luego sales por una macro tienda….Menos mal que no había mucha gente y apenas hicimos cola en ninguna atracción. Nos  gustó tanto la de Space Mountain que repetimos cuatro veces ¡Es una montaña rusa dentro de una cúpula a oscuras, sólo se ven estrellas, algunas fugaces y con una música en el cogote que parece que eres el protagonista de Los Increíbles.

También vimos un espectáculo de La Guerra de las Galaxias en el que algunos niños, jóvenes Jedis, podían luchar con una espada láser contra Darth Vader ¡COMO NOS ACORDAMOS DE ALFREDOOOO!!!HA, HA ¡Fue chulísimo porque había que ver a canijos de 4 años que no podían con la espada!

Nos refrescamos a última hora del sol en una atracción en la que te empapas, como la del parque de atracciones de Madrid  y después cenamos  al lado del río viendo pasar al barco del Mississippi antes de ver los sensacionales fuegos artificiales. PEEERO, como los mejores sitios para verlos ya estaban abarrotados empezamos a caminar intentando buscar uno y resulta que habían acordonado todo para dejar solamente pasillos por los que se movía la gente que iba de un lado a otro y donde no permitían pararse. Así que , plan B, soluciones Muñiz : y ahí nos tenéis a los cuatro , paseando de izquierda a derecha por el mismo sitio una y otra vez, porque ni podíamos pararnos, ni había sitio detrás de las cuerdas. Así que vimos los fuegos a lo Nadal –  Federer, de un lado a otro con las niñas de la mano y sin mirar dónde pisábamos.

Olé por el parque, lo limpio que está y lo requetebién organizado. Y ole por Walt Disney, por su visión  de negocio y por su arte. ¡¡Desde ahora, es mi ídolo!!

Como podéis ver, nos lo pasamos a lo grande en Disney World...
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