3 de octubre Cozumel indómito
Hoy Hemos alquilado un coche y nuestra intención es pasar el día descubriendo la costa este y el sur de la isla. La parte que se puede
visitar es bastante pequeña, unos 70 kilómetros de perímetro en total por una carretera que atraviesa la isla de oeste a este, continúa
por la costa sur y vuelve a la ciudad. De camino al este nos encontramos todo tipo de bichos cruzando la carretera a los que, si no
tenemos cuidado, podemos atropellar. Hay un montón de carteles que te advierten de preservar la fauna del lugar: tortugas, iguanas,
cangrejos azules enormes…hasta cocodrilos.
Las playas del Norte son paradisíacas, sin apenas palmeras pero vírgenes y desiertas. Todas para ti. Hacemos un poco de snorkle y
comemos de pic-nic para no perder la costumbre. En una de las paradas nos comemos unos cocos frescos que parten con un machete justo
delante nuestro. Más tarde preguntamos en un parque de naturaleza para nadar con delfines, pero es demasiado caro y decidimos dejarlo
para otra ocasión. A cambio, alquilamos una moto de agua. Primero se montan Luis y las niñas; Sara delante y Ainhoa detrás. Al poco
se baja Ainhoa porque le da un poco de miedo. En el segundo viaje Sara y yo también nos cansamos pronto, la moto tiene una fuerza
increíble, el agua nos salpica la cara y nos parece que nos vamos a caer en cualquier momento, así que el resto del tiempo Luis se
lo pasa en grande yendo a toda velocidad con el juguetito.
De vuelta fuimos a conocer a Nelly Anne, una americana huida de Chicago que es nuestra siguiente anfitriona de couchsurfing. Nelly
nos recibe junto a su novio Ivan, un nativo del Yucatán con pintilla de Bob Marley al que ella le saca cabeza y media. Tras un rato
de conversación, nos llevan a mostrarnos la que llaman su "little casita" y que nos dejan a nuestra entera disposición. La casa es
fabulosa, con dos habitaciones independientes con baño, salón, cocina y jardín. Muy sencilla pero grande y bien acondicionada.
Previamente habíamos quedado con Nitsan para cenar con él en su casa, que sólo está a cinco manzanas de distancia. Así que se vino
a buscar a las niñas para llevarlas en moto mientras Luis y yo hacíamos el recorrido caminando. ¡Qué ilusión les hizo! Deleitamos
a Nitsan con la consabida tortilla de patatas y el "pan tumaca" (se puso morado el tío) y charlamos mientras las niñas veían la tele.
Nitsan ha sido encantador, puso a nuestra disposición todo lo que tenía y ha jugado mucho con las niñas…..también me ha medio convencido
para visitar Israel.
Del 4 al 6 de octubre Inmersiones en Cozumel y relax en el "No name beach"
El plan de los tres siguientes días fue muy similar. Luis hace dos inmersiones por la mañana mientras nosotras nos quedamos en casa
dando clase. A eso del mediodía quedamos todos en el "No name beach" para bañarnos, tomar el sol y comer juntos. A veces Nitsan aparece
por allí y se une a nosotros. Por la tarde Luis hace la última inmersión del día y nosotras le esperamos, yo descansando y bajando
la comida y las niñas jugando como locas sin parar. Lo ideal del No name beach, es que tiene un pequeño muelle y la lancha de submarinismo
viene a llevar y traer a Luis a la misma puerta del club. Estamos de lujo, vamos.
Para submarinistas y curiosos:
Las inmersiones en Cozumel son "first class". Se ve de todo. Unas torres de corales altas como edificios
de tres plantas y mucha vida por todas partes. Tortugas, tiburones punta negra y gato, barracudas enormes, rayas moteadas, morenas,
peces sapo y langostas además de toda la fauna típica caribeña: Peces mariposa, loro, ángel, cirujanos, etc. El arrecife tiene mucha
corriente y por tanto mucha vida. Hay dos tipos de inmersiones: las profundas en el muro que se hacen preferiblemente por la mañana
y las de arrecife bajo de poca profundidad que se hacen por la tarde. Las primeras son impresionantes por el tamaño del coral, las
gorgonias son gigantescas y la transparencia del agua permite una visibilidad de más de treinta metros, aunque en estas se encuentra
menos vida. Las segundas son como estar en un jardín multicolor bajo el agua. A mí me gustan más porque hay mucha más luz, se muestra
toda la gama de colores y aunque la fauna es más pequeña, hay mucha y más variada. Es como estar en un acuario gigante. Además el
aire se consume más despacio y puedes estar hasta casi una hora bajo el agua. Allí el tiempo pasa de manera diferente y sientes deseos
de quedarte para siempre. Hacer submarinismo es maravilloso y en un arrecife como el de Cozumel simplemente increíble. Cada vez que
estoy allá abajo doy gracias a Dios por tener la suerte de poder disfrutar de ese mundo submarino tan extraordinario.
El domingo se desplomó el cielo. Llovió a mares durante toda la noche y parte del día, pero como habíamos quedado a comer en
el No name beach con Kelly Anne y su novio, para allá que nos fuimos. Un poco más tarde despejó y cuando Luis se fue a bucear por
la tarde, aparecieron al fin Kelly Anne e Iván. Como nosotras ya habíamos comido, tomamos algo juntos y charlamos durante un buen
rato. Son una pareja pintoresca, pero muy cercanos y amables. Cuando llegó Luis dimos un paseo por el pueblo, pasamos el resto de
la tarde tranquilamente y cenamos comidita casera en nuestra little casita.
El lunes Luis tenía sus últimas tres inmersiones. Se llevó la maleta grande para dejarla en el club y yo me llevé el resto cuando
bajé con las niñas. Hace muy buen tiempo y Nitsan anda de nuevo por aquí. Las niñas se despiden de él con besos y abrazos. Luis no
puede porque está buceando. Según vuelve en la barca, nos damos una ducha y nos vamos directos al ferry para volver al hotelito "todo
en uno" que habíamos reservado en una de las playitas de Playa del Carmen para planificar y descansar unos días.
¡¡Qué maravilla!! Es un hotelito pequeñito pero muy moderno y muy cuco, con cocinita, aire acondicionado, piscina y abierto a la playa.
En la terraza tenemos una mesita de mimbre, una hamaca gigante y podemos conectarnos por WIFI a Internet. Todo al alcance de la mano
¡Qué gusto! Cenamos unos sándwiches con lo que traía en nuestra neverita y dormimos como reyes.
Del 7 al 10 de octubre De nuevo en Playa del Carmen...¡¡ Oh, bendita rutina caribeña !!
¡Chicos! ¡¡Hemos vuelto a caer en la rutina!! Precisamente hacíamos este viaje para huir de la rutina y aquí la hemos encontrado otra
vez. Lo que pasa es que esta es en color, en 3D y con algo diferente cada día.
Pasamos cuatro días tranquilos en Playa del Carmen, haciendo deberes, yendo a la playa y paseando por la pintoresca 5ª Avenida repleta
de tiendecitas, restaurantes, locales mejicanos y pubs chill out. El hotel es una maravilla y lo disfrutamos a tope. Luis se suele
despertar temprano y se va con las gafas y el tubo a ver peces. Es su vicio mañanero mientras nosotras nos desperezamos. Desayunamos
juntos y empezamos con los deberes en la terracita y planificamos la siguiente etapa del viaje. A veces las niñas están juntas y otras
se turnan para ir a la playa o la piscina mientras alguno de nosotros da clase a la otra. Como la piscina y la playa están a 10 metros,
las tenemos controladas, no hay problema. Antes de comer solemos ir todos a tomar un poco el sol en las hamacas y bañarnos en el mar.
La luz es distinta en Yucatán. El aire está increíblemente limpio y los colores son más intensos. En la playa te ofrecen de todo.
Las mujeres locales recorren el litoral ofreciendo sus pulseritas y abalorios hechos a mano. Llevan vestidos autóctonos y a sus bebés
colgando a la espalda acurrucados en grandes pañuelos. Al rato aparece un hombre con una guitarra para cantarte en vivo alguna tonadilla
mejicana. Otras veces te ofrecen cocos frescos o incluso masajes.
El hotel tiene un office con cocina, nevera, micro y todo lo necesario, así que solemos comer en la terraza y luego dormir un
poco la siesta. A media tarde volvemos a la playa y paseamos aquí y allá haciendo fotos, viendo como los pescadores descargan
sus capturas de las barcazas o como algunos locales lanzan pequeñas redes cerca de la orilla atrapando pequeños pececillos que meten
en cubos de plástico mientras los pelícanos y las gaviotas se disputan el robo de alguna pieza. Todos los hoteles tienen hamacas e
incluso camas enteras con dosel y todo a orillas de la playa. Hay un montón de gente paseando y el ambiente es magnífico. Algunos
cenan y otros simplemente se tumban a tomar un cóctel observando la puesta de sol.
Hace buen tiempo aunque pueden aparecer chaparrones repentinos en cosa de minutos….Ya nos vamos acostumbrando. El ambiente es tranquilo
y vemos a los pescadores llegar a la playa después de la pesca y nos entretenemos viendo volar y cazar a los pelícanos…el agua tiene
un color de ciencia ficción...…Hemos llenado la despensa y comemos una ensaladilla rusa…y hasta garbanzos con chorizo…
Hoy, por andar descalza cerca de la piscina, me he clavado en la planta del pie un cristalillo de un vaso que se le cayó a Ainhoa.
Los mosquitos nos tienen machacados. Hay un rato cuando se pone el sol en el que vamos disparados al hotel porque no hay quien esté
fuera. Entre eso y el repelente, vamos sobreviviendo. Ya de noche, damos una vuelta por la 5ª Avenida para cenar o simplemente cotillear
en las interminables tiendas. Hay tiempo para todo. El reloj se para y el día parece no terminar nunca.
¡Bendita rutina caribeña!