11 de octubre Rumbo al norte del Yucatán
Hoy hemos pasado nuestra última mañana en Playa del Carmen y al medio día hemos alquilado un coche. Después de arreglar algunas gestiones
hemos tomado rumbo norte hacia Puerto Morelos. Llueve a ratos pero entre chaparrón y chaparrón tenemos la esperanza de tener algún
clarito para pasar la tarde viendo las playas que hemos visto en las fotos. El tiempo mejora y sale el sol, pero nuestro gozo en un
pozo. Tras varios intentos, nos damos cuenta de que todos los accesos a la costa son a través de mega resorts de esos de todo incluido
y para pasar tienes que pagar entrada. Aquí no es como en España que el litoral es público y de todos los españoles, el gobierno mejicano
otorga concesiones de uso de la costa a aquellas Compañías que invierten en el desarrollo turístico y como hay mil, la playa está
acotada casi en su totalidad. ¡Qué estupidillos!
Llegamos a Puerto Morelos al anochecer y después de preguntar en varios hotelillos aterrizamos en uno llamado Hotel Marviya. Lo regentan
un mejicano pintor y una canadiense llamada Silvie. Es una villa estilo mejicano bastante grande con cuadros del dueño por todas partes
y un ambiente muy familiar. La finca está frente a la playa y nuestra habitación está en la segunda planta con vistas al mar.
Puerto Morelos es un antiguo pueblo de pescadores, muy pequeñito, con algunos hoteles cerca y que vive de la pesca. A poca distancia
de la plaza principal empiezan los condominios o apartamentos y las villas privadas, lo que le da a este rincón un ambiente mucho
más tranquilo que en Playa o Tulum. Salimos a cenar a un lugar que nos recomendó Silvie, en la misma placita. Sencillo, muy rico y
a buen precio.
12 de octubre De Puerto Morelos al Cenote Verde Lucero y de aquí a Chichén Itzá...¡Toma ya!
Amaneció muy bueno y Luis salió a primera hora a bucear mientras nosotras nos despertábamos con el sol y la brisa de la mañana
que entraba por la habitación. Después de desayunar fuimos a la playa a buscarle y salía en ese momento encantado porque había visto
una raya moteada y varias barracudas de gran tamaño. Las niñas intentaron bucear con él, pero cerca de la playa el agua estaba un
poco turbia para ver bien el fondo. Había llovido mucho por la noche y aunque el día estaba despejado, hacía algo de viento, así que
nos conformamos con darnos un bañito. Lo ideal de Puerto Morelos es que como no está desarrollado, la playa es gigantesca y no tiene
fin. Miras a ambos lados y se pierde en el horizonte junto al mar sin que veas ni un solo edificio que estropee la panorámica.
Al rato nos marchamos porque hoy empezamos nuestra ruta hacia el interior para ver las ruinas mayas, principalmente Chichen Itzá.
De camino paramos en una granja-zoo interactiva en la que se pueden ver cocodrilos de cerca y tocar y dar de comer a otros muchos
animales como iguanas, monos araña, serpientes y ciervos, entre otros. Os podéis imaginar quién era la primera en querer coger a todos
los bichos. ¡Sara por supuesto! en las fotos está con todos cada uno de ellos, aunque Ainhoa también fue muy valiente y se atrevió
con varios.
El grupo era pequeño y el guía nos explicó cosas muy interesantes. ¿Sabíais que los cocodrilos tienen orejas? Pues sí, aunque no se
les ven porque las tienen ocultas bajo una membrana de la piel. También es curioso ver como sus ojos disponen de una especie de cristalino
móvil que les permite ver perfectamente bajo el agua y que retraen para ver en la superficie. También nos enseñaron unos perros sin
pelo típicos del Yucatán y que formaban parte de la dieta de los mayas. Una visita muy interesante en la que las niñas aprendieron
mucho y disfrutaron interactuando con todos los animales.
En medio de la ruta empezó a llover otra vez y aunque a nosotros nos dieron unos chubasqueros, los locales tan tranquilos. Digo esto
porque en estas latitudes el hecho de que diluvie no significa nada. Si te mojas te secas enseguida y como aquí todos van con camiseta,
shorts y chanclas no hay problema. Después de la lluvia puede salir un sol de justicia y viceversa. Así que, aunque diluvie, la gente
sigue andando por la calle y bañándose. Y si no llueve, sudas por la humedad, con lo que estás todo el día como medio empapadillo...
Al salir de la granja visitamos el cenote Verde Lucero. Los cenotes, muy presentes en la cultura maya, son agujeros verticales de
diferente profundidad y diámetro que perforan la roca caliza típica en la superficie de la península yucateca. Hay unos dos mil en
total. Son como gigantescos pozos de agua que en ocasiones están comunicados entre sí. En algunos se puede uno bañar o hacer buceo
de superficie y en otros se pueden hacer inmersiones para ver sus increíbles formaciones cavernosas llenas de estalactitas y los juegos
de luz que se forman al penetrar esta en el agua por las entradas de los cenotes vecinos. Luis hizo buceo de superficie en un cenote
el año pasado y habla maravillas de la experiencia. La claridad del agua es total por lo que la visibilidad es superior a los 100m.
De la mayoría no se sabe a ciencia cierta su profundidad. Los cenotes eran utilizados como fuente de agua potable por los mayas pero
también como centro de sacrificios y eran considerados sagrados. Actualmente se encuentran en propiedades privadas de los locales
y hay que pagar para entrar a verlos o bañarse.
Al Verde Lucero se llega por una carretera de arena que están todavía construyendo. Se ven las excavadoras en los márgenes del
camino quitando las piedras y los árboles de la jungla. El nombre del cenote viene del color verdoso de sus aguas y tiene instalada
una tirolina y unas cuerdas dentro del agua para poder jugar. También tiene una barca de plástico para navegar un rato. Es muy divertido,
sobre todo cuando llega un grupo de jóvenes locales y empiezan a hacer saltos espectaculares y se vuelve patéticamente gracioso cuando
llega el grupo de yankees en excursión programada e intentan imitar a los anteriores. Nosotros lo pasamos en grande. Primero buceando
y montando en la barca y luego jugando con las cuerdas dentro del agua. Las niñas no paraban de reír.
Comimos todos bajo una palapa cerca del cenote. Los mosquitos y nosotros. Nuestro menú, los sándwiches que llevábamos. El de
ellos la sangre de nuestras piernas y brazos a pesar de ir untados de repelente por todo el cuerpo. Al atardecer cogimos la autopista
hacia Pisté, el pueblo donde está Chichen Itzá y en el que teníamos reservado un hotel sencillo y muy coqueto. Al llegar nos encontramos
una pareja de Barcelona que tuvo muy mala suerte. Resulta que alquilaron un coche ese mismo día y pincharon. Al ir a cambiar la rueda,
la de repuesto estaba pinchada también. Así que allí estaban desde las 7 de la tarde esperando a la grúa que venía desde no sé dónde
y que les tenía que llevar a Playa del Carmen, 200 km al este atravesando la selva.
Nosotros nos dimos prisa para llegar a las ruinas y ver el espectáculo nocturno en el que iluminan las pirámides con juegos de luces
en distintos colores. Afortunadamente no llovió y había una luna llena enorme. Sentados bajo la luna llena en la pradera de la pirámide
del Castillo, con los ruidos de la selva de fondo, unas voces van explicando la historia de Chichen Itzá y de sus pobladores mayas
los Itzaes mientras el conjunto de pirámides se ilumina en distintos tonos. Fue un momento mágico.
Al volver al hotel, los pobres catalanes todavía seguían esperando tumbados en las hamacas. Cenamos con ellos y justo cuando acabamos
apareció la grúa. Para entonces eran casi las 11 de la noche.
13 de octubre Visitamos Chichen Itzá y el cenote Yashuná con Veet Pramad y relato de los hechos que allí acontecieron
Chichen Itzá es una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. La entrada a las ruinas ha mejorado bastante desde la última
vez que vinimos. Suponemos que el gobierno mejicano invierte por la cuenta que le trae en su nueva maravilla. Afortunadamente está
medio nublado y no ha llovido, el tiempo ideal para ver el lugar ya que si está despejado, te asas de calor y sudas como un pollo.
Después de regatear con los guías conseguimos uno a buen precio y hacemos grupo con una pareja de Brasil un tanto pintoresca con la
que tendríamos una de esas aventuras divinas que sólo pasan en estos viajes y que no podíamos ni siquiera imaginar. Tras un poco de
conversación nos enteramos que ella es brasileña de nacimiento y él de adopción, ya que aunque ha pasado media vida allí, es oriundo
nada menos que de Amorebieta. Además ha tenido una vida de libro, y nosotros que creíamos que éramos aventureros…
Su verdadero nombre es: Enrique Amorós Azpeitia, es decir, un vasco una brasileña y una familia perdida por el mundo, juntos de visita
en Chichen Itzá. Pero el asunto no acababa más que empezar. Nuestro amigo Enrique me da su tarjeta de negocios donde leemos sorprendidos
su nombre de guerra:
Veet Pramad
ESCUELA INTERNACIONAL DE TAROT TERAPEUTICO
Para sintonizar a la persona con su esencia e
identificar y ayudar a resolver
patrones de
conducta que impiden su realización personal.
¿Qué os parece? Bueno, ya volveremos a esto más tarde.
En cuanto Chichén Itzá, no es lo mismo ver unas ruinas tan espectaculares por tu cuenta que con un guía que te muestra cada detalle
de los grabados, de los ritos y te cuenta la historia de sus pobladores mayas. Es mucho más interesante y le sacas todo el jugo. Chichén,
junto a Uxmal y Palenque en México, Tikal en Guatemala y Copan en Honduras es uno de los yacimientos mayas más espectaculares y mejor
preservados del área.
Su pirámide central llamada el Castillo es todo un icono en el mundo entero. En realidad es mucho más que una pirámide, es un calendario
gigantesco perfectamente orientado según los puntos cardinales y gracias al cual se puede saber en cada momento en qué estación del
año estás y cuando se producen los solsticios y equinoccios. De hecho en cada equinoccio, el 21 de marzo y 21 de septiembre, la sombra
de las esquinas de la pirámide en sus 9 niveles se refleja sobre el lateral de una de las escalinatas que lleva hasta la parte más
alta y según se pone el sol, la sombra se mueve haciendo el efecto de una gigantesca serpiente que se mueve bajando desde el cenit
de pirámide hasta su base donde hay dos gigantescas cabezas de serpiente para incrementar el realismo del efecto. Es tan impresionante
que se ha convertido en todo un acontecimiento que cada año reúne a una multitud en la pradera central de las ruinas que se cubre
de turistas de todo el mundo que vienen a ver el fenómeno.