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24 de diciembre        Majestuosas Torres del Paine

Como dicen por estas tierras..."estoo...guau !!". Vaya paisajes de camino al Parque Nacional de las Torres del Paine
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A eso de las ocho ya estamos de nuevo con nuestra batería de llamadas para conseguir alojamiento dentro del Parque. Sólo tenemos cuatro oportunidades, pues no hay más hoteles. Los tres primeros están completos, así que todo indica que nos tendremos que conformar con una pizza los cuatro solos en Puerto Natales. Hacemos la última llamada y nos dicen que les queda una cuádruple que nos dejarían a precio de triple. Aún así es una pasta, pero lo cerramos al momento. ¡Al fin tenemos hotel y una potencial Nochebuena decente! ¡Qué alivio!

El camino que lleva al parque es de ciencia ficción. Desde que se acaba el asfalto, entras en otro mundo. Sólo estamos nosotros, una carretera de grava y horizonte, horizonte, horizonte… hasta que a lo lejos se empieza a dibujar la silueta majestuosa de un grupo de montañas que cada vez está más cerca. El paisaje es impresionante. Los riachuelos discurren entre mantos de flores blancas, lila y amarillas. Cruzamos varios puentes de madera sobre enormes lagos de aguas color turquesa. Está medio nublado y en la lejanía se ven Las Torres del Paine entre nubes que ocultan sus cimas mientras las acarician lentamente. Los contrastes de luz y color son fascinantes y el panorama frente a nosotros absolutamente indescriptible.

Hace un viento muy fuerte, así que después de casi una hora de rally por los caminos de gravilla, lo primero que hacemos es encontrar el hotel, registrarnos y dejar allí las mochilas. El hotel del Lago Pehoé tiene una ubicación inmejorable. Se encuentra al pie de las Torres, en una isla del lago a la que se accede por una bonita pasarela de madera. El entorno es único. Aunque el día está medio cubierto y los picos también, lo que vemos nos sobrecoge.

Como anochece a las once, todavía nos quedan casi ocho horas de luz para recorrer el parque. Salimos con nuestro coche de Carlos Sainz a explorar los alrededores y ver las Torres desde todos los ángulos posibles. El paisaje es ESPECTACULAR, se nos acaban los adjetivos, Las Torres del Paine son sin duda alguna lo que más nos ha gustado hasta el momento y pasan a ocupar despóticamente el número uno en nuestro ranking de maravillas naturales en el viaje. ¿Cómo intentar explicaros? Es mejor que veáis las fotos.

El conjunto llamado Torres del Paine se compone en realidad de dos grupos de montañas llamadas Los Cuernos del Paine y Las Torres del Paine. Para ver ambos tienes que rodear el macizo y recorrer varios km. Los Cuernos se alzan verticales desde el suelo hasta una altura impresionante. Sus gigantescos bloques de granito cambian de color según se elevan pasando del gris perla, a un intenso naranja, terminando los picos de sus cumbres con un color pardo oscuro que les da un aspecto solemne. En sus laderas se acumula la nieve formando enormes glaciares que duermen bajo el blanco manto y destellan con un azul claro en sus bordes. Las Torres, sin embargo, son unos montículos de cúspides redondeadas que se asemejan a gigantescos dólmenes de cientos de metros que algún Dios hubiera clavado verticales sobre la tierra. Son por completo de color rojizo y se ocultan justo detrás de los Cuernos del Paine. La vista de todos ellos es increíble y cambia constantemente según recorres el camino que las une.

Y no son sólo Las Torres, el parque está lleno de lagos, cascadas y guanacos (llamas, pero sin lanas) campando libres por las laderas en pequeños rebaños y cruzando de vez en cuando la carretera. Paramos para ver el Salto Chico y el Salto Grande, dos cascadas de agua separadas unos km. Hay un viento muy fuerte. Jugamos a inclinarnos hacia adelante sin caernos. Las niñas se divierten mucho. VisitamosLa Hostería de Las Torres, el hotel más pijillo del parque en la falda de las montañas que le dan nombre y justo a la entrada del camino que lleva hacia ellas. En las praderas que preceden al hotel los caballos pastan entre los turistas tumbados al sol. Este lugar es mágico. En esta parte no corre una brizna de aire y hace bastante calor lo que se agradece después de luchar con el viento varias horas.  

Volvemos al hotel y nos preparamos para la cena de Navidad. El comedor tiene un ventanal gigantesco desde el que se ve el lago en primer plano y Los cuernos, imponentes al fondo. El buffet es estupendo y hay muy buen ambiente. Conocemos otras familias, charlamos y nos hacemos fotos. Al final el día de Nochebuena está saliendo que ni pintado.

Y esto no es todo, pues mientras cenábamos...

25 de diciembre        Ha venido el Viejito Pascuero...

Que es como llaman en Chile a Papá Noel ¡Aunque no nos lo esperábamos, ha dejado regalos no sólo a Sara y Ainhoa, sino también a los otros niños del Hotel!. ¡Menos mal! Eso quiere decir que Papá Noel llega a todas partes. Estaban jugando en el jardín cuando de repente vieron algo en la ventana de nuestra habitación y corrieron como locas a avisar a su padre. Los demás niños que estaban con ellas se emocionaron también y fueron como flechas a ver qué había.

¡ES NAVIDAD! Y nuestro regalo es un día espléndido con viento pero muy pocas nubes. Luis se ha levantado a las cinco de la mañana porque su idea es irse pronto para hacer la ruta de un día hasta el pie de Las Torres, pero entre que la caminata dura ocho horas, que hace mucho viento y que tenía que dejarnos solas esperándole hasta las tres de la tarde decide finalmente quedarse y pasar el día juntos. A cambio obtiene unas fotos magníficas del amanecer en las Torres. ¡Tenéis que verlas!

Como tenemos todo el día, volvemos a la Hostería de Las Torres para hacer unas fotos. En un momento dado, Sara sale del coche, se sienta sola en una roca, apoya su cabecita sobre sus manos y se queda absorta mirando los penachos de Las Torres varios minutos. Amaya se le acerca y le pregunta.

.- ¿Qué haces cariño?

.- Mirando las montañas mamá, ¡Es que son tan bonitas!

Nos alegra que empiecen a apreciar la belleza del paisaje, hasta hace poco para ellas todo era igual, montañas, cataratas o monumentos, poco a poco lo van disfrutando cada vez más.

Cuando volvemos al coche nos damos cuenta de que estamos en reserva. Preguntamos en varios sitios y nos confirman que no hay gasolineras dentro del Parque. Empieza a entrarnos el pánico pues estamos a 130 km de Puerto Natales y sin gasolina, no podremos volver. En el puesto de los guardas del parque nos recomiendan ir a la posada del Rio Serrano, una vieja casa que a veces tiene algo de gasolina para vender. Vamos para allá desesperados y cuando llegamos apenas les quedan 10 litros disponibles. Los compramos al triple de su precio normal y rezamos para que sean suficientes para hacer los kilómetros que nos quedan.

Por la tarde nos vamos a ver el glaciar Grey, pero el barquito que te lleva es demasiado caro. De modo que nos conformamos con hacer el recorrido que atraviesa un pequeño bosque con ciervos, cruza una estrecha playa que atraviesa el lago y llega hasta una isla desde la que se pueden observar de cerca unos bloques de hielo enormes a modo de icebergs desprendidos del glaciar. Son de un azul claro brillante que resalta sobre el resto del paisaje. Al fondo, imponente el glaciar Grey con la luz del atardecer reluciendo sobre sus kilómetros de agua helada. La excursión es preciosa pero agotadora, pues el viento sopla de cara casi todo el camino y apenas puedes avanzar. Es tan fuerte que te mantiene de pie en un ángulo de 45º sin caerte.

Aprovechamos el día hasta el último momento. En el parque hay poquísima gente y es todo tan grande que estás solo en medio de la nada la mayor parte del tiempo, pero es tan bello que te dan ganas de quedarte para siempre. De vuelta a Puerto Natales por un camino de grava de repente oímos un ruido extraño y vemos por la ventana como una de los tapacubos del coche rueda dando votes por los campos aledaños. Damos marcha atrás y nos metemos en el campo a buscarlo porque ha salido disparado y con el viento que hace a saber dónde puede estar. Tengo suerte y lo encuentro enseguida. Cuando ya lo tengo en la mano lo levanto haciéndole señas a Luis que en ese momento ¡APARECE CON OTRO TAPACUBOS! O sea, pensábamos que no lo encontraríamos jamás en los millones de kilómetros cuadrados de estepa que nos rodean y mira por donde ¡NOS ENCONTRAMOS DOS! Nos echamos a reír sin parar.

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Desde luego unas Navidades diferentes con el paisaje de fondo de las Torres del Paine
No hay palabras para describir la impactante belleza de este lugar
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