6 de marzo El ciclón fantasma
Cairns es un lugar muy turístico por su proximidad a la mayor y mejor barrera de coral del planeta. Turistas de los cinco continentes
vienen hasta aquí sólo para hacer submarinismo. La ciudad es pequeña pero tiene mucho más ambiente que Sydney o el resto de lo que
hemos visto. Aún así tampoco es la Plaza Mayor de Madrid.
La naturaleza en Cairns es exuberante y también lo son los bichos. Hay grandes aves por todas partes; cacatúas que gritan sin parar
por las tardes, arañas gigantes que tejen sus telas entre los árboles, serpientes respetables deslizándose por los caminos y sapos
del tamaño de una mano. Aparte de wallabys brincando por el campo o cassowaries que asoman la cabeza de vez en cuando.
Hay cocodrilos en la mayoría de los ríos y también en muchas zonas costeras. Si, como lo oís, en el mar también hay cocodrilos que
usan el litoral costero para cambiar de vertiente de agua dulce. No te puedes bañar en el mar porque cuando no hay cocodrilos, hay
medusas o si no, tiburones. El mismo día que volábamos desde Sydney hubo un ataque de tiburón a un surfista. Y no podemos olvidar
los murciélagos gigantes. Por el día permanecen enfundados en sus alas como capas negras boca abajo en las ramas de los árboles y
al atardecer es emocionante e incluso entrañable verles volar en grandes bandadas sobre la ciudad.
Esta noche María y Amaya salen de copas mientras los hombres se quedan al tanto de las niñas. Aunque llueve y sigue la amenaza de
ciclón, aún no vuelan los coches, ni las vacas, ni nada. Así que las féminas se acicalan en plan “supermodel” para montarse
el huracán por su cuenta.
NOTA de las leonas: ¡ESTO NO SE PARECE A ESPAÑA! Aquí salir de copas significa emborracharse como una cuba y luego así acaban. Como
hay pocos habitantes también hay menos ambiente. María y alguna otra amiga nos comentan que aquí no “entran” como estamos acostumbradas.
Los chicos pasan bastante de las chicas, pero es que a ellas tampoco te las puedes perder de vista. Nos imaginamos que para llamar
la atención visten casi como fulanas y la elegancia brilla por su ausencia. Al final la sensación que queda es de un quiero y no puedo
donde la diversión consiste en salirte del tiesto porque estás totalmente bebido. Cuando se les pasa el “subidón” se ven caras de
mareo, rímeles corridos y colas en los baños. Es bastante patético, la verdad.
Nos paseamos por los “Night markets” y allí uno de los vendedores, que nos intenta vender vinos de frutas, nos pregunta si todas las
españolas son así, como nosotras. Nos sube el ego unos 90 puntos y entonces nos dice: “Es que aquí son todas como muy gordas y feas
¿no? Estoy deseando ir a España o a Italia para ver mujeres bonitas de verdad…. Sin comentarios.
NOTA de la parte masculina: Conclusión, que no se les acercó nadie, no se comieron un colín y se conformaron con el piropo de un buen
vendedor de vinos. Je, je, je….
7 de marzo Las mineras de Crystal Caves
Pues resulta que al final el ciclón fantasma pasó de refilón y donde golpeó con fuerza fue en Brisbane, cientos de kilómetros más
abajo. Nosotros ni nos enteramos. Hoy está un poco gris pero como el tiempo es muy cambiante y de un minuto a otro puede pasar de
una tormenta tropical a un sol de justicia, nos vamos de excursión el fin de semana al interior, hacia las Atherton Tablelands. Se
trata de una meseta cercana elevada unos cientos de metros sobre el mar, de modo que el ambiente es más fresco y donde se puede hacer
una ruta muy interesante que incluye amplias zonas de bosque con wallabys a sus anchas, lagos preciosos y un circuito de cataratas
espectaculares.
María y Steve sólo nos acompañan el sábado porque tienen que entregar cámaras por la tarde. Tras subir por una carretera un tanto
tortuosa y parar en un mirador desde el que hay una panorámica increíble de Cairns, pasamos por una hacienda vinícola donde hay una
entrada flanqueada por enooooormes termiteros. ¡Son más altos que nosotros! Luego nos acercamos a una bodega donde nos hacen una degustación
y compramos unos licores de Lichi y Mango.
Cuando llegamos Granite Gorge, un parque natural con cascadas donde los wallabys están libres y les puedes dar de comer, llueve torrencialmente,
así que después de esperar un poco en una cabaña decidimos seguir adelante con nuestra excursión. La siguiente parada es Atherton
un pueblo tan fantasma como el ciclón. Es sábado por la mañana, no hay un alma por la calle y está ¡TODO! cerrado excepto algún bar
y un par de atracciones turísticas.
Una de ellas es la gruta de “Crystal Cave” una especie de museo mineralógico que tiene su entrada por una tienda frente a la que hay
aparcado un jeep estrafalario que parece el coche de los Picapiedra. El escaparate ya promete, con un montón de souvenirs hechos con
distintos minerales y con geodas que puedes abrir tú mismo con una cizalla gigante. Entran las niñas y Amaya mientras Steve, María
y Luis se van a tomar un café.
Nos dan un librillo de guía y un casco con linterna que nos ponemos para empezar el recorrido. El dueño del museo es un geólogo que
se ha pasado la vida coleccionando formaciones de calcita, pirita y cristales de otros minerales y para exponerlo se le ocurrió la
estupenda de idea de hacerlo simulando una cueva natural. En cuanto pasas el túnel que une la tienda con la trastienda entras en otro
mundo. La cueva es fantástica. Hay pasarelas, estalactitas, estalagmitas, pasadizos con cuevitas más pequeñas y minerales escondidos
entre las paredes de la gruta. Realmente parece que estás bajo tierra. Es como un pequeño parque temático pero sin cochecito.
Ambientada con música y luz tenue la caverna resulta magnética y mágica para las niñas. Se lo pasan bomba y aprenden a distinguir
la pirita de la amatista, del cobalto y la sílice.
Hay que darle un diez al dueño. La ambientación de la cueva es sensacional y la excursión resulta espectacular. Al final del recorrido,
como estrella indiscutible en medio de la sala principal, la geoda más grande del mundo con más de dos metros de altura y cubierta
por completo en el interior con miles de cristales de color azul oscuro que brillan como diamantes. Nos tomamos nuestro tiempo y salimos
encantadas de la cueva, sabiendo mucho más sobre minerales. Para entonces, nuestros amigos ya han salido de vuelta y nosotros continuamos
hasta Yungaburra, el siguiente pueblo, para buscar alojamiento.
Seguimos con la misma sensación de los alrededores de Sydney. Todo es verde, todo está colocado perfectamente en su sitio. Hay merenderos
con praderas y jardines por todas partes. Está todo tan cuidado que da no sé qué pisar en algunos sitios. Lástima que no haya apenas
gente en ninguna parte. Empezamos a preguntar en dos o tres hoteles en el pueblo y son todos bastante caros. Cuando ya estamos a punto
de decidirnos por uno de ellos se nos ocurre preguntar, porque nunca se sabe, en “Eden house” un hotel con SPA que parece mucho más
lujoso. Y efectivamente, nos ofrecen una habitación mucho mejor y más amplia con bañera de hidromasaje y un pequeño jardín por el
mismo precio. Además la dueña es un auténtico encanto, así que allí nos quedamos.
Yungaburra es un pueblecito de ensueño con sólo un par de calles que confluyen en una iglesia de madera del siglo pasado y con varios
edificios coloniales en sus calles. Además en el río se pueden ver ornitorrincos (aquí los llaman platypus) en su entorno natural.
Está anocheciendo así que salimos a pasear y comprar algo para cenar. Hay mucha tranquilidad y a lo lejos podemos ver otra bandada
de murciélagos gigantes. Son cientos y se extienden hasta el horizonte. Es muy impresionante verles volar. Sus alas son tan grandes
que aletean muy de vez en cuando, de modo que parecen una alineación de aviones en el cielo. Nos damos un bañito relajante en nuestro
SPA particular y cenamos tranquilamente en la habitación. Actualizamos la web y vemos una peli para culminar un día maravilloso.
8 de marzo Ornitorrincos, lagos y casadas
Hoy el plan es ir al río a ver si vemos a los ornitorrincos que salen a alimentarse al amanecer y al atardecer. Pero cuando uno se
levanta a las diez de la mañana y sale a las doce, los bichos ya están en su segunda siesta. Aún así no perdemos la esperanza y después
de caminar por un lodazal y de esperar en silencio quietos como estatuas junto al río durante un buen rato, vemos al fin un platypus
que aparece y desaparece en la superficie del agua varias veces. Está buscando comida entre el lodo del río, pero tiene que subir
cada pocos segundos para tomar aire. Apenas nos da tiempo a verlo con detalle, pero hemos tenido suerte y nos ha emocionado
verlo en su ambiente natural, pues no es fácil.
Las niñas aprenden todo sobre este animal único y fascinante que junto con el equidna, forma el orden de los monotremata o mamíferos
que ponen huevos y tienen un único orificio excretor para estómago y uréter. El ornitorrinco, no más grande de 50cm de largo, es capaz
además de detectar animales a distancia a través de un sistema detector parecido al de los delfines que tiene en su pico en forma
de pato. Está perfectamente adaptado para vivir en la tierra y en el agua. Sus patas delanteras tienen uñas para caminar y excavar,
mientras las traseras están unidas por membranas que facilitan la natación. En una de ellas tiene un aguijón con veneno para defenderse
de sus predadores.
Montamos en el coche y nos acercamos a ver otra de esas curiosidades de la naturaleza, el “Curtain Fig tree”. Se trata de un monumental
árbol cuyas raíces aéreas se entrelazan entre si formando una especie de cortina gigante hasta el suelo. En realidad no es un solo
árbol si no tres. Este tipo de raras formaciones se produce cuando en una de las ramas principales del árbol original se depositan
residuos de arena u hojas que permiten que una semilla pueda germinar. Entonces la nueva planta necesita alargar sus raíces desde
una altura considerable para poder sobrevivir, por eso motivo las alarga hasta el suelo como si fueran cortinas que caen desde las
ramas del árbol original. El efecto es el de un único árbol con raíces que se elevan veinte metros sobre el suelo. Es cuando menos,
sorprendente.
Nuestra intención es hacer la ruta de las cascadas, pero como hace bastante calor, preferimos parar en el lago Eacham a darnos un
bañito. Por suerte, estos lagos son antiguos cráteres de volcanes y están aislados de los ríos, por lo que no hay cocodrilos. Son
perfectamente redondos y muy bellos. Nos refrescamos junto con algunos domingueros locales, la mayoría aborígenes, en un agua limpia
y fresquita.