23 de marzo La subasta del atún
REFLEXIONES: HOMENAJE A PALOMA
Paloma es nuestra más ferviente seguidora. Por lo que nos apetece mucho ofrecerle este pequeño homenaje
para agradecerle todo el apoyo que nos da desde el principio del viaje. Aunque no nos conocemos en persona, sólo a través de Internet,
Paloma sigue con pasión nuestras aventuras en la web, contesta a todos nuestros correos, nos da ánimos continuamente y reza por nosotros
cada día para que el viaje vaya bien y no tengamos ningún problema.
Recibimos también mensajes de otros seguidores, familiares y amigos.
Pero no deja de llamarnos la atención que una persona a la que no conocemos sea la más constante y se sienta tan cerca de nosotros
como nosotros de ella. Cuando estás sólo y lejos de casa se agradecen mucho el apoyo y los ánimos.
Así que por todo eso y mucho más
un beso fuerte y… ¡¡MIL GRACIAS PALOMA!! Nos vemos muy pronto en Madrid.
Hoy los dos Luises, padre e hijo, se han despertado a las cinco de la mañana para irse a ver la subasta de atunes de la lonja
de Tsukiji, en el puerto de Tokyo, la que más pescado recibe a diario en todo el mundo.
Atravesamos infinidad de pasillos esquivando unos carricoches eléctricos que transportan las cajas de peces. Llegamos al fin a la
subasta y nos encontramos una sala alargada repleta de atunes congelados en el suelo. Son enormes, mucho de ellos del tamaño de una
vaca. Entre ellos culebrean los compradores con sus carpetillas en la mano comprobando la calidad de la mercancía y pujando por la
mejor pieza. La subasta es en sí un espectáculo. Es parecida a otras que hemos visto en España, pero mucho más aparatosa. El maestro
de ceremonias o subastador se sube a una caja junto al grupo de atunes que se van a poner a la venta, describe la cantidad de
la partida, peso y calidad y acto seguido establece un precio inicial que sirve de punto de partida. La subasta se realiza a la baja,
por lo que desde ese momento, el subastador empieza cantar cifras inferiores al precio inicial a una velocidad increíble hasta
que alguien le para levantando la mano o dando un grito. El último número cantado es el precio final de la compra. Lo más interesante
aparte del número de gigantescos atunes, es ver los movimientos aspaventosos del subastador, que a la vez que grita los precios a
la baja mueve los brazos de arriba abajo y golpea fuertemente la caja con sus piernas, mientras a su alrededor los compradores, en
un éxtasis de barullo intentan ser los primeros en parar la cuenta atrás.
Pasamos un buen rato disfrutando de las tiendas de la lonja en las que se puede ver cortar las piezas subastadas con unas enormes
sierras a la vez que todas las especies de peces y mariscos que uno pueda imaginar. Desde almejas gigantes, cangrejos de todos los
tamaños y colores, sepias, pulpos, anguilas, caracolas, hasta la más amplia gama de pescado vivo que hemos visto nunca. Los meten
en cajas llenas de agua y los separan con láminas de plástico en vertical de modo que los mantienen vivos durante el transporte hasta
su venta. Y antes de volver al hotel a recoger a las féminas, aprovechamos y nos desayunarnos un buen plato de Sushi acompañado de
una sopa de Noodles deliciosa.
Por el día visitamos el barrio de Asakusa con su calle comercial delimitada por dos gigantescas linternas japonesas de color rojo
y repleta de tenderetes en los que puedes encontrar de todo. Ropa, dulces, comida y souvenirs de todo tipo. Por uno de sus extremos
se accede al Templo Sensoji, un pequeño santuario budista con una alta pagoda y jardines de cerezos. Comemos en un restaurante de
la zona desde el que se contempla un colosal cuerno de color dorado sobre la terraza de un edificio negro. Más tarde nos enteraríamos
que no se trata de un cuerno, si no de una gota de cerveza fluyendo. ¡Cualquiera lo diría!
Por la tarde fuimos a Odaiba, una de las zonas más nuevas y modernas de la ciudad llena de centros comerciales y un mini parque de
atracciones. Después de hacer unas compritas, montamos en una noria que se levanta sobre la terraza de uno de los edificios y desde
la que se tienen unas vistas excelentes de toda la bahía, incluyendo el Rainbow Bridge iluminado con los colores del arco iris y el
horizonte de rascacielos del barrio financiero.
También hay una sala de exposiciones de Toyota con sus últimas innovaciones, inventos y prototipos de vehículos. Resulta muy interesante
y didáctico para las niñas. Desde futuristas vehículos monoplaza, hasta un robot que baila y toca la trompeta.
Para la cena, hartos de tanto menú oriental, nos acercamos a un restaurante español que vimos el primer día en el área de Ginza. Y
fue la mejor decisión que pudimos tomar. No sólo cenamos unas tapas deliciosas, si no que conocimos a su dueño; un encantador japonés
enamorado hasta la médula de España y su gastronomía. Charlamos con el amigablemente mientras nos muestra orgulloso una portada del
Diario de Jerez en la que aparece él galardonado como Venenciador Emérito de vino o su título oficial de Cortador de Jamón firmado
por Sánchez Romero Carvajal. ¡Toda una experiencia!
24 de marzo Cumple de Ainhoa en Nikko
Nikko es una bella población en las montañas del norte de Tokyo. Allí se encuentra un conjunto de templos de madera patrimonio de
la humanidad que resultan muy interesantes por su colorido y decoración recargada. Lo primero que nos encontramos al llegar es un
puente de color rojizo que cruza el río Daiya y da entrada a la zona de santuarios y mausoleos llamados Tosho-gu situados en una zona
boscosa y escondidos entre los árboles, lo que les da un cierto aire misterioso y espiritual.
Visitamos todos los templos empezando al revés debido a que el GPS nos coloca a las puertas del último santuario del recorrido al
que se accede por una escalinata de piedra flanqueada por dos torretas en las que hay esculturas con terroríficas representaciones
de Dioses Budistas. Justo detrás se encuentra el templo rodeado de un patio con infinidad de linternas de piedra.
Paseamos frente a tres templos más, entre ellos el llamado de los monos por los motivos basados en estos animales que hay por toda
la fachada. Justo enfrente se alza otra construcción cuyos profusos y exagerados artesonados no dejan a nadie indiferente. Está prohibido
hacer fotos y los monjes que están por todas partes se encargan con tesón de que así sea. Llegamos al último templo de descomunales
dimensiones y que esconde en su interior tres figuras de Buda en oro muy impresionantes. Frente a este templo descubrimos un pequeño
jardín japonés que nos sirve de descanso e inspiración para hacer un montón de fotos.
La temperatura ha bajado bastante y estamos todos como tempanitos. Antes de volver a Tokyo, comemos de picnic en una terracita y celebramos
el cumpleaños de Ainhoa que hoy cumple ya ocho añitos. ¡Qué rápido pasa el tiempo, Dios mío! Al principio bromeamos con ella y le
decimos que para su cumpleaños le hemos comprado una bolsa de patatas fritas, luego que un bocata de jamón y así durante un rato hasta
que le damos los regalos de verdad.
De vuelta a Tokyo, dejamos a los abuelos en su hotel y nosotros nos vamos a Narita, el pueblo donde está el aeropuerto, para devolver
el coche y pasar allí nuestra última noche en Japón. ¡Qué penita! Lo hemos pasado en grande con los abuelos en este precioso y pintoresco
país con tantas cosas diferentes a las vistas hasta ahora, una cultura del pasado y del presente fuera de serie y unos habitantes
un tanto desequilibrados, pero tan amables y atentos que te hacen sentir bien en toda ocasión.
Japón es un país fascinante al que nos
gustaría volver algún día.
REFLEXIÓN: nipones de ayer y de hoy
La sociedad nipona se debate entre el pasado y el futuro constantemente. Están a la última en tendencias y tecnología a la vez que
conservan gran parte de sus costumbres y ritos tradicionales. Sus templos, su vestimenta y sus jardines son fuera de serie.
Son con diferencia la cultura más civilizada, más amable y mejor educada que hemos conocido. Siempre tienen una sonrisa en la cara
y les cuesta decir que no a nada.
Su juventud es por otro lado fetichista y extravagante, quizá por rebeldía, por diferenciación o simplemente por mentalidad. Sin embargo
toda la población es sumamente pulcra y sigue costumbres saludables.
Probablemente el exceso de población y la falta de espacio han optimizado su creatividad y capacidad de adaptarse a las condiciones
del medio en el que viven. Los coches son pequeños y cuadrados, ni más ni menos que para encajar a la perfección sin desperdiciar
ni un suelo hueco en sus diminutos garajes. Es el lado negativo de Japón, la limitación de terreno, la superpoblación, la contaminación
y los altos precios.
Sin embargo son de admirar su amor por la belleza y el pensamiento, lo que transmiten de manera casi divina a través de sus maravillosos
jardines de estrechas veredas, lagos de ensueño y árboles esculpidos en perfecta armonía.
Con todo, un país mágico y diverso que merece
la pena conocerse.