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¡Ay, noooo! Hoy tenemos que volver a Delhi pero,… ¡tenemos un plan: Nos vamos a pasar los dos días que quedan en un centro comercial! Normalmente rehuimos los “malls” pero, tras más de una semana en India, ¡Es una necesidad! Mike nos ha dicho que existen y que están al sur de Delhi en una zona nueva llamada “Gurgeon”. Además seguimos pensando que tiene que haber otra Delhi, tiene que haber otra India, igual de fascinante y mágica, pero sin tanta guarrería como la que estamos viendo.

Los medios de transporte en la India superan el alcance de nuestra imaginación. Aquí tenéis el camello-taxi...

12 de abril        ¡¡ Oooohh nooooo !! Vuelta a Nueva Delhi

De sombra en sombra y tiro porque me toca

13 de abril        La gran escapada

Iniciamos el plan de la gran escapada. Algo tan sencillo como ir a un centro comercial, en Delhi se convierte en un auténtico malabar logístico. Para empezar, no hay apenas centros comerciales y los que hay se concentran en una zona a 30 km al sur de la ciudad La distancia no es un problema, si no el tiempo, ya que te lleva casi dos horas llegar hasta allí. No hay transporte público, de modo que contratamos un coche privado para todo el día y nos vamos para allá.

Llegamos al “Ambience mall” y nos sentimos como en un oasis o mejor dicho como en una burbuja de aire, acondicionado por cierto, entre la contaminación y ruido circundantes. ¡Qué gusto! Espacios amplios, suelos limpios, tiendas normales y ¡POCA GENTE! El mall está casi vacío.  Nuestra idea es ir al cine a relajarnos, pero al ver la cartelera nos damos cuenta de que ocho de las diez proyecciones son de producción india y las otras dos son de hace más de seis meses. Los próximos estrenos que anuncian, son películas que llevan en cartel al menos tres meses en el resto del mundo. ¡Esto es India!

¡Nuestro gozo en un pozo! Pero bueno, comemos de maravilla en el Pizza Hut, Amaya se compra unos saris preciosos y nos divertimos con las niñas en la zona de juegos. El tiempo se nos pasa volando, pero hemos logrado escapar por un día al agobio de la capital.

14 de abril        Cumpleaños en el Taj Mahal

Nos pegamos un madrugón de campeonato para coger el tren que va a Agra. Por el camino a la estación vemos amanecer la ciudad y perdemos la cuenta de la cantidad de gente que vemos durmiendo sólo con un trapo encima en la mediana de la carretera, una mediana de cemento, de esas que suelen tener arbustitos para separar las dos direcciones de la carretera. Hay incluso niños.  Y se nos ocurren mil preguntas: por qué ahí en medio, con todo el polvo, el ruido y la contaminación de los coches, por qué no en los arcenes, donde hay algo más de verde, por qué no en una chabola aunque sea… Debe ser que duermen allí donde caen el día anterior porque simplemente, no hay ningún sitio sonde caerse dormido.

Llegamos a la estación y no damos crédito ¿Pero esto es un tren de humanos o de ovejas? Los pobres indios van literalmente embutidos en unos vagones con rejas en las ventanas. La sensación es que van al holocausto. Entramos en nuestro vagón para turistas que está separado del resto y donde al menos tienes un asiento para ti solo y a nadie en el pasillo pero que se cae a trozos.. Al rato llega el momento de ir al baño y Jesús, María y José…… nada más entrar te dan ganas de dar media vuelta y no volver jamás.

Aparte del Taj Mahal, Agra tiene más cosas que ver. Su Red Fort es más grande y está mejor conservado que el de Delhi. También está el llamado mini Taj Mahal. Sin embargo, como estamos nada menos que a cuarenta y cuatro graditos y de acuerdo con nuestra nueva etapa super perezosa, el plan es ver solo el Taj Mahal y pasar el resto del día en una piscinita que hemos localizado en la Lonely Planet.

A media mañana ya estamos frente a nuestra cuarta nueva maravilla del mundo. Y desde luego el Taj Mahal tiene el título más que merecido. El fabuloso mausoleo de la reina Taj se levanta grandioso al final de unos bellos jardines con fuentes árabes. Hace tanto calor, que la gente se refresca en las fuentes y se mete en los jardines para beber del agua de las mangueras de riego. Por si fuera poco, hay que descalzarse antes de entrar, nada extraño para un templo musulmán si no fuera porque desde donde te tienes que quitar los zapatos hasta la entrada del Taj Mahal hay casi cien metros de mármol a pleno sol que abrasa como la arena de la playa. El caso es que han puesto una moqueta hasta la puerta, pero quema más que el suelo al descubierto. Así que nos podéis imaginar corriendo como desesperados dando saltitos hasta la bendita sombra de los soportales de la enorme tumba ante las risas de los locales.

La imagen del mausoleo de mármol blanco decorado en alabastro labrado con incrustaciones de piedra de vistosos colores junto con los cuatro minaretes que lo rodean es absolutamente excepcional. Nos encanta a todos, pero muy especialmente a Amaya que se alegra de que su cumpleaños haya coincidido con un día tan especial como la visita del Taj Mahal. El mausoleo se construyó en memoria de la segunda esposa de un rey del siglo XVI, llamada Mahal, que murió dando a luz a su catorceavo hijo (bien merecido tenía el mausoleo entonces). 

El edificio central no es tan grande en dimensiones como parece, pero el conjunto, con los jardines, las plazas y los minaretes, es impresionante. Curiosamente, los minaretes están un poco torcidos, construidos así a propósito para que en el caso de terremoto caigan hacia fuera, sin dañar el mausoleo.

Tras las fotos de rigor nos dirigimos a un hotel con piscina para pasar fresquitos el resto de la tarde. La idea de Amaya ha resultado un gran acierto. La piscina es grande, limpia y además tiene un tobogán gigante con el que disfrutamos de lo lindo las niñas y también nosotros. Comemos allí en las tumbonas mientras observamos como los indios de una convención que hay en la segunda planta del hotel se asoman a resquicios por la ventana para fotografiar con los teléfonos móviles a una extranjera que toma el sol en bikini junto a nosotros. ¡Esta es una sociedad de desesperados, amigos!

Volvemos a la estación de tren que, como todas, está a rebosar. Mientras esperamos en el andén vienen a pedirnos cinco niños, una anciana y un tullido que se arrastra sin piernas por el suelo. A todos les decimos que no porque si no se te pegan y no te dejan en paz, saben ser muy, muy pesados. Observamos las vías y vemos una señora y una niña recogiendo plásticos en una bolsa y junto a ellas, unos animalillos que corretean entre las tablas. ¡Qué monas y que grandes son estas ratas! Contamos una, dos, tres… hasta ocho justo delante nuestro y entonces pasamos el rato imaginando diálogos entre las ratas, allí haciendo su casita en las vías del tren con toda la porquería que van recopilando y que desde luego no les falta. Llegamos a casa después de tres horas de tren y media de taxi, agotados, pero muy contentos de lo que hemos visto.

15 de abril        Impresiones de la India

India no deja a nadie indiferente. Unos se enamoran de ella, otros la odian y desafortunadamente la mayoría no la conocerán nunca. Cada viajero se lleva una impresión diferente y eso es lo que nos ha pasado a la familia nómada. A Luis le ha encantado, a Amaya más bien poco y las niñas lo han vivido a su manera.

Desde mi punto de vista, es una suerte y a la vez una desgracia que exista un lugar así. Suerte porque India es fascinantemente distinta al resto del mundo, es como viajar en el tiempo a la edad media y una desgracia porque muchos se despiertan cada mañana ignorando si lograrán sobrevivir hasta el final del día. Las casi dos semanas que hemos pasado en India y Nepal han sido apasionantemente agotadoras. Así son estos países: te encantan con su magia y al mismo tiempo acabas rendido por su modus vivendi.

India vista por Sara

El otro día fuimos a India. En India casi todas las chicas van vestidas con Saris, que es como un vestido que llega por las rodillas con pantalón y un pañuelo. Yo tengo uno cuando llegue a casa os lo enseñaré.

Allí casi todo es picante así que tener cuidado. Algunas de las mujeres tienen un punto rojo en la frente que  significa que están casadas. Todos los días vamos en metro. Un día en un tuc-tuc íbamos tan tranquilamente y resulta que de repente, se puso en el carril contrario y era porque no tenía gasolina y quería ir a la gasolinera.

Al siguiente día vimos el Taj Mahal y me pareció muy bonito. Es de color blanco. Y hacía un calor de morirse. En un pueblo de India que se llama Varanasi, estaba el río Ganges. Allí todo el mundo se bañaba, se limpiaban los dientes, lavaban la ropa, etc….y resulta que para ellos es un agua sagrada pero para nosotros es un río lleno de porquería y es de color negro por la contaminación que tiene. Por las mañanas y por las tardes quemaban a los muertos y luego las cenizas que quedaban las echaban al río.

Me ha parecido un país desastroso, que no tiene orden y que tienen un Dios que se llama Buda, que es muy feo porque tiene rollitos en la cabeza. Todos los budas que hay son iguales.

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De viaje por la India en primera clase
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Qué mejor sitio para celebrar un cumpleaños inolvidable que en pleno Taj Mahal. ¡Felicidades Amaya!
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El Taj Mahal reluce brillante bajo el achicharrante sol de la India. Y nosotros también...
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"Vamos chicas, que Pekin nos espera..."
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