20 de mayo Angkor, verdadera "nueva maravilla" del Mundo
Dando vueltas por el templo de Angkor Tomb vemos a un niño de unos siete años que se nos queda mirando y que lleva un saco blanco
a la espalda lleno de botellas de plástico. Se sienta a la sombra como a esperar e intentamos hablar con él. Al rato hace un gesto
de dolor y yo le pregunto pero apenas habla. Tiene diez años y aparenta seis o siete. Después de un buen rato nos enseña un
buen raspón que tenía en un costado. Le debía doler bastante pero no se quejaba. Saco una tirita de mi bolso y con agua intentamos
lavarle, pero no quiere, como que le da vergüenza, así que coge la botella, un pañuelo de papel y mi tirita y se medio esconde para
curarse. Le explicamos cómo podemos que se la tiene que quitar en un par de días y se va…..Al salir del templo nos sigue unos pasos
y quiere hablar con nosotras peo no nos entendemos. Al final nos pide dinero, pero no le damos. Por todas partes en estos países hay
carteles y avisos para no dar dinero a los niños porque eso fomenta que mendiguen en las calles. Así que en vez de eso, hoy
traemos una bolsa grande de caramelos que nos dedicamos a repartir a cada grupo de niños que vemos. Al final nos piden hasta los mayores.
Viendo las construcciones de los templos nos asaltan unas preguntas:
¿¿Por qué todas las culturas precolombinas del hemisferio sur
hacían templos con unas escaleras tan estrechas y tan altas?? Subir se convierte en una auténtica peripecia e incluso para ellos tenía
que ser difícil y es un poco inverosímil que todos, a pesar de la distancia tuvieran la misma idea de subir como a gatas y bajar de
espaldas. Igual hay una explicación más de arquitectura que diga algo así como que con sus herramientas y conocimientos sólo podían
hacer pendientes de 45 grados y que eso obligaba a hacer este tipo de escalones????? Vamos que la escalera de casa nos va a parecer
una maravilla, comparada con las de los templos…
Otro de los templos que vemos hoy es el de Mowgli, como lo llaman las niñas, el que está robado por los árboles y sus raíces. Hay
que verlo para creerlo, cómo las raíces de un árbol pueden envolver totalmente semejante construcciones. Está atardeciendo y hay una
luz lateral que le da más encanto si cabe a lo que vemos. Si uno se para a escuchar, se oyen los gritos de los monos, las ranas y
muchos pájaros.
Vemos por fin el atardecer desde lo alto de un montecillo y corremos luego colina abajo para poder hacer las últimas fotos del templo
de Angkor Wat….. Salimos de las ruinas y nos vamos disparados al hotel a recoger nuestras maletas y poder darnos una ducha en un cuchitril
que nos dejan detrás de recepción. Por lo menos nos refrescamos un poco y no vamos sudaditos al avión. De camino al aeropuerto compramos
un pollo para comérnoslo en el aeropuerto antes de salir.
Llegamos a Bangkok rotos pero muy contentos con Angkor.
La adaptación del ser humano
Nuestro amable taxista nos cuenta un poco las historias y las guerras con los jemeres rojos que hasta
hace poco han tenido al país sumido en el terror. La ciudad está en pleno crecimiento y se nota, empezando por los precios y siguiendo
por las construcciones. Aquí hay mucha inversión árabe. Hay que fastidiarse, después de los chinos, nos invadirán los árabes otra
vez, y si no, al tiempo.
Sin embargo hay gran parte de la población que sigue viviendo en chabolillas hechas de palotes y hojas de palmera, que no tiene ni
luz ni agua corriente, y esto se ve en los caminos que llevan a los sitios más turísticos. Los niños corretean medio desnudos en el
campo o en las cercanías de las chabolas, juegan con palos y no saben qué comerán esta noche. Las mujeres cocinan y trabajan en el
campo y ellos, algunos trabajan o hacen lo que pueden y otros, dejan pasar el tiempo. Se ve a muchísima población joven desocupada….Y a pesar del calor, de los animales (los monos a veces son agresivos), de no tener agua, etc..etc…etc.. se las han apañado para crear
estos imperios y guerrear con el vecino, para derrotar a los tailandeses y para salir adelante con o sin ayudas externas. Pensamos
en la India, y en Japón y en los aborígenes y los maoríes, incluso los esquimales, y nos damos cuenta de cómo el animal humano ha
sido capaza de irse adaptando al medio que le rodea y sobrevivir. Y nosotros occidentales, que nos ahogamos en un vaso de agua si
no entregamos un informe a tiempo………
21 de mayo Adiós a dos meses y medio en Asia
Volvemos a Bangkok y volamos a Hong Kong, ya casi nuestra segunda casa. Después de esperar unas cuantas horitas en uno de los mejores
aeropuertos del mundo salimos por fin a las once de la noche hacia el continente africano que tantas ganas tienen de ver las niñas.
Para comer intentamos probar suerte en alguno de los chiringos que hay frente a los templos pero ninguna nos da la confianza suficiente
así que le pedimos Chetra que nos lleve a la ciudad para luego volver. Nos deja primero en un restaurante que nos parece muy caro
y acabamos en uno tipo chino de comida rápida. Por la tarde volvemos a Angkor Wat para ver la puesta de sol.
Qué calor. Estamos empapados de sudor y de humedad ambiental. Caminar se hace un poco pesado y esquivamos como podemos el sol
para andar por la sombra. Pero aún así merece la pena ver estas monumentales construcciones que guardan en silencio la gloria de tiempos
pasados.