9 de noviembre Reencuentro con Antonio, nuestro Webmaster
Al mediodía alquilamos un coche, porque volvemos a estar "in the USA way of life" y aquí sin coche ¡¡NO PUEDES HACER NADA!! El transporte
público es lento, si no inexistente.
Por la tarde nos reunimos por fin con Antonio. Quedamos en el Hotel y después de los abrazos, los encarguitos, los regalos de los
abuelos y saltar como locos con las niñas en las camas, nos fuimos a tomar unas piñitas coladas a la playa, seguidas de una opípara
cena en el texmex de turno con karaoke incluido. ¡Qué placer! Parece mentira cómo estando en un lugar extranjero, uno se siente como
en casa cuando lo vive con amigos españoles. Hablamos de todo: de la familia, de los amigos, de nuestra querida España… pero sobre
todo, de los pros y cons del viaje. Y nadie como Antonio, viajero empedernido, para compartir impresiones.
Desde luego un viaje como este es toda una experiencia, y si es con tus hijos, mucho más todavía. Te despiertas cada día en un sitio
diferente, ves paisajes espectaculares, ciudades fascinantes, animales exóticos y árboles gigantes que hasta ahora sólo existían en
tu imaginación o en documentales del Discovery Channel.
Pero también requiere planificación continua, saber dónde vas a dormir la noche siguiente o enfrentarte a tormentas tropicales que
provocan inundaciones y cortes de carreteras como ya nos ha pasado. Nos hemos quedado aislados, nos han comido los mosquitos, nos
han robado ya dos veces y hemos conducido por carreteras suicidas en países recónditos. A veces corriendo riesgos de los que no eres
consciente, y otras, de los que sí lo eres. Pasas un poco de miedo; claro. Y muchos días acabas realmente cansado… Es normal. No todo
son las fotos sonrientes en la web.
A nivel familiar, pasar juntos las 24 horas del día es bastante agotador. Nos gusta estar en familia y en Madrid pasamos todo el tiempo
que podemos juntos. Sin embargo, allí cada uno teníamos nuestros espacios y ratitos privados. Las niñas en el colegio con sus amigas,
nosotros en el trabajo o en casa leyendo un libro, viendo una película o escapándote de compras. Entre semana lo más que pasan juntos
los miembros de una familia estándar son 4 o 5 horas como máximo. Aquí es como un call center ¡¡ESTAMOS JUNTOS 7x24!!
La privacidad no existe. No puedes dejar a los niños con los abuelos para dar un paseo o ir al cine, ni siquiera tener un ratito para
ver las noticias mientras juegan en el jardín. La parte positiva es que esta vivencia nos está sirviendo para conocernos mejor a nosotros
mismos. Luis está aprendiendo a relajarse (va lento, pero mejorando), Amaya a ser menos despistada, Sara a no hablar a todas horas
y Ainhoa a comer más variado y tener menos rabietas.
En definitiva pros y cons, como todo en esta vida. Aún así, tenemos claro que repetiríamos el viaje mañana mismo.
10 de noviembre Un día en isla Culebra
Antonio nos propuso ir con sus compañeros de tripulación a Isla Culebra, una pequeña isla en el noroeste de Puerto Rico con mucha
vegetación y playas paradisíacas para hacer snorkel. De modo que madrugamos, pasamos por el Subway para unos bocatas y salimos todos
juntos en nuestros cochecitos alquilados hacia el puerto de Fajardo, a una hora de San Juan y de donde salé el ferry a Culebra. Después
de otra hora en ferry, llegamos por fin a la isla. La mejor playa de Culebra se llama Flamingo pero decidimos ir primero a playa Rosario
porque tiene mejores fondos para bucear. A Rosario se llega por un caminito que atraviesa la selva. ¡Estábamos solos, no había un
alma en la playa!. Nos ponemos gafas y tubos y ¡Ala, ranas al agua! La visibilidad era excelente y el coral casi virgen así que vimos
muchísimos peces, aunque había que ir esquivando algunas medusas.
Antonio jugó mucho con las niñas. Las lanzaba una y otra vez al agua, mientras el resto mitigaban el jet lag despanzurrados en la
arena. Javier, que no podía dormir, nos deleitó con su imitación particular de Curro, el de viajes Halcón, corriendo con las gafas
y las aletas puestas por la playa. ¡Fue muy gracioso! Después de comer hicimos el camino de vuelta para pasar la tarde en Flamingo.
La playa es espectacular, dicen que una de las diez mejores del mundo. Algunos nos acercamos a fotografiar los tanques de guerra abandonados
en la orilla, otros se bañaron y descansaron en la playa hasta la hora de irse. Antes de coger el ferry nos tomamos unas piñitas coladas
y nos divertimos con algunos juegos. ¡¡Las fotos muestran la cara de sorpresa de algunos al verse incapaces de derribar con los dedos
un palillo puesto sobre la mesa!! Volvimos cansados pero muy contentos con lo que vimos. Fue un día completito y muy divertido.
11 de noviembre Visita al Viejo San Juan
Amanece un día estupendo y Antonio nos hace de guía para visitar los fuertes españoles del Viejo San Juan. Están muy bien conservados
y las vistas desde el fuerte del Morro son asombrosas. Se domina el mar hasta el horizonte, a la vez que la entrada a la bahía. Es
impresionante que los españoles construyeran tales infraestructuras en el siglo XVII. Los muros tienen más de cinco metros de anchura
y los castillos están llenos de túneles que comunican los distintos niveles.
Pasamos el resto de la mañana visitando desde el coche el viejo San Juan, con sus calles empedradas y balcones coloniales. Los nombres
de las tiendas y el estilo de sus calles nos recuerdan mucho a España y evidencian que todo esto fue español hace apenas un siglo.
Pasamos por el hotel a darnos un bañito en la piscina y nos despedimos con mucha pena de Antonio, que vuela para Madrid a media tarde.
De nuevo solitos con nosotros mismos.
Al atardecer, volvimos al fuerte a ver un espectáculo de danzas típicas puertorriqueñas: La bomba, de origen africano, en la que las
mujeres con sus faldas y los hombres con sus chaquetas coordinan sus movimientos a la perfección con los sones de los tambores utilizados
antiguamente por los esclavos, estableciendo una especie de diálogo muy curioso entre instrumento y bailarín. Y la plena, otro tipo
de danza isleña con unos vestidos tradicionales muy coloristas.
Para terminar el día, cenamos de tapeo en un restaurante español, con tapas que intentaban imitar a las originales y carísimo por
cierto.
12 de noviembre El Observatorio de Arecibo y las Cuevas de Camuy
Todavía no tenemos muy claro cuánto tiempo vamos a pasar en Puerto Rico. Hemos ganado siete días al saltarnos Honduras y Nicaragua
y estamos intentando cambiar los siguientes vuelos a Lima y Cuzco. Mientras tanto vamos viendo los lugares más destacados de la isla.
Hoy hemos visitado el observatorio astronómico de Arecibo, el más grande del mundo, con una antena receptora instalada en el circo
que forman varias montañas. El paisaje es muy frondoso, rodeado de colinas verdes y plantas tropicales. A parte de la impresionante
antena, el museo está muy logrado. Tiene un montón de experimentos interactivos con los que las niñas aprendieron mucho sobre el espacio,
los planetas o la refracción de la luz, entre otras cosas. Pero lo mejor de la visita es que nos acoplamos a una excursión programada
de estudiantes que entraron por la puerta de atrás y nos ¡¡SALIÓ GRATIS!! Ya era hora de que por una vez el turista salga beneficiado
en vez de esquilmado.
Luego nos acercamos a las cuevas de Camuy, pero decidimos no entrar porque parte de la cueva principal había colapsado en enero matando
a un turista y las tenían parcialmente cerradas. Así que nos fuimos a la playa de Camuy, pero tampoco nos pudimos bañar porque, al
estar en mar abierto, tiene muchas corrientes y es muy peligrosa.
Aunque las distancias no son muy grandes se tarda una eternidad en llegar a cualquier sitio. Como todos se mueven en coche y apenas
hay transporte público, se forman unos tapones de campeonato. Además las carreteras están llenas de semáforos. Conclusión; tardamos
dos horas en volver al hotel.
Cenamos algo muy original. ¿Adivináis? Si, KFC...A estas alturas ya somos adictos.
13 de noviembre Reencuentro con Willy
Por mucho que lo intentamos las tres miembros del sexo débil pero matón, no conseguimos adaptarnos a los horarios de estas latitudes.
Amanece a las cinco de la mañana y el sol se va a las seis de la tarde. Todo el país está en marcha a las siete, mientras nosotros
desayunando a las diez y saliendo del hotel a mediodía. Os podéis imaginar lo poco que nos cunde el día, para desesperación
del patriarca. Es lo que tiene viajar con tres mujeres.
Así que a eso de las once nos vamos a visitar el parque nacional del Yunque, el único rain forest o bosque lluvioso en USA (incluyendo
Estados aledaños). El Yunque es sensacional. Su vegetación, sus cascadas y las vistas desde sus miradores en forma de torre son magníficas.
Sin embargo, viniendo de Costa Rica, como que no nos impresiona tanto. Lo que desde luego sabemos es que en un “rain forest” llueve,
por algo se llama así y aunque el resto de la isla tenga un cielo azul intenso, aquí puede empezar a caer agua en cualquier momento.
El parque tiene un montón de senderitos y pistas con cascadas y pequeños lagos entre la exuberante vegetación y los grupos enormes
de bambúes. Paramos a comer de pic-nic (ya lo echábamos de menos) e intentamos ir a una cascada en la que te puedes bañar, pero no
habíamos caminado 100 metros cuando empieza a diluviar, ya os lo habíamos dicho. De modo que decidimos cambiar las botas y el chubasquero
por las chanclas y los bañadores y nos fuimos a Playa Luquillo. Como la mayoría de playas en Puerto Rico, la arena es de color dorado
y las palmeras llegas hasta la misma orilla. ¡Preciosa! Nos dimos un chapuzón y tomamos un rato el sol, pero cuando nos disponíamos
a hacer unas fotos, la lluvia perseguidora nos alcanza de nuevo. Nosotros tuvimos suerte, pues ya nos habíamos bañado, las que se
pusieron perdidas fueron tres americanas que dormían en la arena mientras sus medias naranjas hacían snorkel. Fuimos bastante perversos,
pero no podíamos parar de reír viéndolas luchar con el viento, la lluvia y la arena, mientras nosotros estábamos a cubierto en el
coche.