14 de noviembre Cine y compras al más puro estilo yanquee
Por la noche habíamos quedado para cenar con Willie y su mujer. Willie y Luis estudiaron juntos en la Universidad de San Luis en Missouri.
Desde 1991 han mantenido el contacto y hace 17 años que no se ven. El reencuentro va a ser muy emocionante.
Willie y Mayra, su mujer, nos recogieron en el hotel y tras los besos y abrazos, fuimos juntos a cenar a Raíces, un restaurante típico
en el viejo San Juan, donde los camareros y camareras visten trajes de época y usan para servir utensilios tradicionales. Willie,
salvo algún kilillo y alguna que otra cana, está casi igual y Mayra es muy amena y divertida. A las niñas les encantan. La cena estuvo
genial. Probamos infinidad de platos típicos puertorriqueños como el mofongo. Hablamos de los viejos tiempos, también de los modernos
y nos invitaron a pasar con ellos el fin de semana en Ponce, la ciudad donde viven al sur de la isla.
Mayra nos recuerda un montón a nuestra querida amiga Pilar Alvarez. ¡Igualitas, igualitas!…….pero con distinto acento.
Por la mañana estuvimos planificando y vemos en globo poder cambiar los billetes a Lima y Cuzco y adelantar un poco el viaje. Tampoco
vemos que cuaje la opción de hacer un crucero por las Islas Vírgenes o pasar una semana en República Dominicana. Solo hay ofertas
para la semana de Acción de Gracias que empieza cuando nos tenemos que ir a Perú. Así que no nos queda más remedio que pasar aquí
10 días más. La isla es maravillosa, pero muy cara. Nuestra habitación del hotel tiene cocina así que a partir de ahora comeremos
más “en casa”. Aún así, nuestro presupuesto se desmadra cada día que pasamos en Puerto Rico.
Por la tarde hacemos vida occidental, o sea, nos vamos de compras a un centro comercial. Como era de esperar nos perdemos tres veces,
pero al fin llegamos. Nos apetece la idea de ir al cine, así que hoy dará para todo.
Luis se va a ver la última de James Bond y yo entro con las niñas a ver Madagascar 2. Cuando salimos, yo estoy medio sorda por el
volumen de la peli y porque no paran de hablar ni un segundo. Luis por su lado imita al nuevo Bond, poniendo morritos y apuntando
con un arma al estilo 007. Estamos en medio del más puro ambiente latino: muchos niños, acentillo caribeño aquí y allá, gente que
no calla, todo en un escenario de lo más americano.
Y luego nos vamos de compras a por una chaqueta para Ainhoa (Se dejó la suya en el aeropuerto de Miami) y regalos para la familia
de Willy. El mall es gigante pero nos da tiempo a comprar todo.
15 de noviembre Fin de semana en la casa de Willy en Ponce
Antes de ponernos en marcha, tenemos que ir al banco, envolver los regalos e inflar la rueda del coche. “Casi na” como de costumbre
nos volvemos a perder y salimos a las 12h para no variar. En hora y media llegamos por fin a casa de Willy, en Ponce. Ponce es la
segunda capital de Puerto Rico y se encuentra al sur de la isla. Debe su nombre al famoso conquistador Ponce de León.
Allí nos presentan a su hija Graciella de trece años y a su perrita Mafalda. Les damos los regalitos a Mayra y a la niña para luego
pasar a la casa de al lado, donde vive la madre de Mayra, a la que las niñas le ofrecen un detallito también. Conociendo a la abuela
se entiende todo este clan familiar. ¡¡Qué señora más entrañable e inolvidable!! Es la que cocina para toda la familia que vendrá
esta tarde, se esperan nada menos que unas 40 a 50 personas. Teníais que ver su cocina llenita de peroles de todos los colores.
Ya nos contó Mayra, que ellos son muy familiares y que cada dos por tres se reúnen ciento y la madre en su casa para verse. Todo el
mundo trae algo cocinado y ayudan con la cena, pero el plato principal es cosa de la matriarca del clan. Nosotros al principio pensamos
que igual no esa el mejor momento para venir si va a haber tanta gente, pero nos hacen sentir tan a gusto que se nos quitan todas
las dudas. Por la tarde nos vamos a ver el mirador de la cruz y el castillo de los Serrallés, una familia de los tiempos en que Puerto
Rico era una potencia en la caña de azucar. La mansión es bonita, bonita de verdad y el guía muy ameno también. La finca es muy grande
con unos jardines inmaculados llenos de fuentes. El típico sitio para celebrar bodas y eventos.
El casco viejo de Ponce es precioso. Hay una mezcla de arquitectura colonial, edificios Art Decó y casas modernas. Su museo de arte
es el mejor del Caribe. Nos acompaña Edi, un amigo cubano de la familia afincado en Nueva York y enamorado hasta la médula de Puerto
Rico.
A la vuelta ya hay más gente en casa. Primos, tíos y niños circulando de acá para allá. Las niñas y yo empezamos a charlas con la
tribu joven y nos reímos un montón. Graciella saca la guitarra y aquello se empieza a animar. Coca-colas y cervezas por todas partes
y una comida riquísima. La cena es en plan buffet; sírvase usted mismo. Sobre las 10 de la noche empezamos a cantar en la terraza
junto a la piscina. La fiesta se vuelve apoteósica. Allí nos sentamos todos, algunos con una guitarra como yo con la que intento acompañar
como puedo (hace la friolera de veinte años que no toco) y los niños con distintos instrumentos de percusión y se ponen a cantar bombas,
plenas y todas las canciones populares que se tercian, casi siempre con tono cómico picante.
PERO ES QUE SE PONE A CANTAR ABSOLUTAMENTE TODA LA FAMILIA, INCLUIDA LA ABUELA, que acompañaba el ritmo con dos palos de madera y
que sabía más estrofas que nadie. En las bombas se dicen frases y luego gritan todos al unísono …¡¡BOOOMBA!!
¡Cómo nos reímos y qué bien nos lo pasamos! Estuvimos cantando, bebiendo y charlando hasta la madrugada. No nos cansaremos de agradecer
a Willie y a toda su familia su invitación porque lo de esta noche ha sido memorable.
16 de noviembre Visita a la Finca Buenavista
Con cara de sueño nos fuimos encontrando en la cocina para desayunar tortitas y café. Nos contaron que la última en irse fue la abuela
a eso de las cinco de la mañana. Desde luego tiene cuerda para dar vueltas a muchos.
Es casi mediodía y vamos a visitar una antigua hacienda de café, llamada Buenavista. Mientras esperamos me da tiempo para hacer una
súper tortilla patata, que como no, pasa primero a degustación de la matriarca. Willy también hace unas tortillas magníficas porque
le enseñó cómo hacerlas Enrique, otro amigo nuestro, en la Universidad de San Luis. Pero después de probar la mía, todos coincidieron
en que es mejor cortar las patatas a mi manera, sale mucho más jugosa. En fin.
La visita a la Hacienda Buenavista resulta muy interesante. El entorno es asombroso y las niñas aprenden como funciona todo el proceso
del café. Desde su identificación, hasta su cultivo recogida y la maquinaria necesaria para separar las semillas, tostarlas y molerlas.
Esta parte es la más atractiva, ya que hacen funcionar los molinos y las turbinas abriendo unas compuertas por las que pase el agua.
Las niñas se quedan fascinadas y hacen un montón de preguntas. También aprenden cómo se descubrió el café:
“Cuenta la leyenda que un pastor etíope llamado Kaédi observó como sus cabras se ponían a balar y saltar como locas (muy propio de
las cabras) cuando comían ciertas bayas. Probó el mismo aquellos frutos y experimentó una excitación parecida, de modo que le llevo
unas muestras al sacerdote de la tribu y entonces…” bueno, averiguad vosotros el resto de la historia. ¡Es muy interesante!
Volvemos a casa y nos comemos lo poco que queda de la tortilla mientras charlamos placidamente con Mayra y Willy. Recordamos antiguos
tiempos y hablamos de los modernos. Willy nos dice que Paqueu, otro compi de la Universidad de San Luis, llega con su mujer Elisa
el martes a la isla. Igual nos podemos ver todos juntos otra vez. ¡Increíble! Tres re-encuentros con tres amigos distintos en Puerto
Rico en una semana. Definitivamente el mundo es más pequeño de lo que imaginamos.
Nos despedimos con mucha penita de la familia de Willy con la que lo hemos pasado tan bien. Las niñas quieren que nos quedemos más
tiempo… pero desafortunadamente no puede ser.
17 de noviembre Día tonto en Isla Verde
Hoy hemos tenido un día de esos tontos. El pobre Luis se lo ha pasado intentando hacer gestiones por Internet para comprar los billetes
de Patagonia.
Por la tarde decidimos airearnos y nos vamos a un Toys´r us para que las niñas puedan hacer su carta de Reyes. Salimos
con una amplia lista de ilusiones y un frisby para jugar en la playa que nos cuesta un dólar.
18 de noviembre Cena con Elisa y Paqueu
Luis dedica el día a las niñas para disfrutar con ellas. Se va a la playa con Ainhoa a estrenar el frisby mientras Sara se queda conmigo
buscando hoteles en las siguientes paradas. Nos cocinamos una fabadita y una ensaladilla rusa y comemos en el hotel junto a la piscinita.
Al atardecer nos acercamos a las campas del fuerte del Morro para jugar con el frisby, hacer fotos a contraluz y admirar el precioso
atardecer. Paseamos de nuevo por el Viejo San Juan y compramos unas faldas muy curiosas con las que se pueden hacer hasta 100 diseños
distintos. Podéis ver lo modelos en www.karizadesigns.com
Para rematar el día quedamos a cenar con Elisa y Paqueu. Al final Willy y Mayra no pueden venir. Recordamos otra vez los viejos tiempos
en la Universidad de San Luis, parece mentira, pero han pasado nada menos que diecisiete años. ¡Quién nos iba a decir que después
de tanto tiempo nos íbamos a encontrar en la isla Borinquén.
Cenamos por tercera vez en La Ponderosa, un sitio de carnes que a las niñas les vuelve locas (y a Paqueu también). Por último una
piñita colada, con niñas y karaoke nuestro mejicano favorito.
Lo mejor de todo, es cuando Ainhoa se me acerca antes de acostarse y me dice:
.- ¿Sabes papá? Hoy ha sido mi día favorito.
.- ¿Por qué
cariño? – Le pregunto.
.- Pues porque me he levantado la primera y hemos jugado juntos en la playa.
.- Me emociono y pienso: Y nosotros
queriendo hacerlas felices mostrándoles el mundo, cuando lo son tan sólo con un ratito nuestro a su lado.
19 de noviembre Otro día tonto
…de esos pesados y de planificación. Tenemos que cerrar los vuelos de Chile como sea porque son en Navidad y si no tendremos problemas.
Así que mientras Luis se pasa la mañana pegado al ordenador, las niñas y yo nos vamos a la playa.
Por la tarde decidimos airearnos
y vamos a un parque con columpios junto al mar. La playa está iluminada y jugamos al frisby sin parar. Hacemos acopio de Dunkin Donuts
y dejamos vía libre al colesterol. ¡Doce nos hemos comprado nada menos!
Mañana queremos ir a ver la bahía bioluminiscente.