14 de enero Aterrizamos en Rio de Janeiro
La llegada a Río de Janeiro es un poco movidita porque hay tormentas y el panorama no puede ser más gris….Además me doy cuenta de
que hay varias terminales y no recuerdo cual es el vuelo en el que llega Luis desde Sao Paulo. Apenas tengo batería y no puedo conectar
el portátil nuevo. Después de muchas dudas y preguntas nos encontramos con Luis en la misma Terminal y nos vamos a por nuestro coche
alquilado para ir a casa de nuestro nuevo anfitrión de Couchsurfing: HELIO.
Sin mapa y sin mucha idea de dónde queda su casa, atravesamos Río por la noche y llegamos a Barra de Tijuca, un barrio de los alrededores
que resulta ser una zona residencial preciosa al borde del mar que está pero que muy bien. Helio es bailarín y modelo y vive la vida
loca al más puro estilo brasileño. Nos recibe con los brazos abiertos y nos hace sentir como en casa. Nos instalamos en un cuarto
donde hay una cama de matrimonio, un colchón individual y un sofá, un poco justos pero cómodos. Su salón no tiene muebles pues es
una sala de baile donde da clases. El tiene aversión a la cocina así que la utilizamos nosotros incluida la lavadora.
Las niñas se quedan prendadas con él porque es súper simpático. Además tiene un “Home Cinema” donde juega con video juegos. Allí se
pasaron un buen rato él, las niñas y Luis pegados a la pantalla. De risa fácil y muy atento, Helio resulta ser un chico muy sanote
y divertido, tanto, que cada día salía con una chica de casa y llegaba con otra. Sin comentarios.
15 de enero Un vuelo mágico
Al levantarnos nos encontramos a Helio en el salón con una amiga que se ha roto los ligamentos de una pierna. El día está un poco
tristón, pero despeja y nos vamos a ver el Pan de Azúcar. De camino atravesamos Ipanema y Copacabana donde recordamos la famosísima
canción y constatamos el culto “brasileiro” al cuerpo y al físico, aunque hay de todo, como en Benidorm.
Sí, es verdad que es imposible encontrar un biquini normal porque TODOS son brasileños o diminutos, como prefiráis. Ellos van con
bañadores de laterales anchos como los que estaban de moda en España en los 70, así que nosotros desentonamos de lo lindo. Helio y
una amiga nos ponen al día de la moda de baño, pero todo queda disculpado porque se nota que somos guiris.
Subimos hasta arriba del Pan de Azúcar donde hay unas bonitas vistas de toda la bahía. La verdad es que Río está enclavada en un entorno
extraordinario, con muchos montes, islas y unas playas divinas. No nos extraña que tengan fama mundial. En la primera parada del teleférico
al Penacho del Pan de Azúcar, nos da un arrebato y Luis se empeña en contratar un vuelo en helicóptero alrededor del Cristo
del Corcovado y la playa de Copacabana. Es carillo, pero Dios sabe si volveremos a Río algún día, así que como estas cosas sólo se
hacen una vez en la vida aprovechamos la oportunidad y nos lanzamos.
¡Y qué magnífica decisión! Las niñas estaban entusiasmadas por montar en helicóptero, pero lo que realmente emociona es dar vueltas
alrededor del Cristo desde el cielo. ¡AMAYA SE PUSO A LLORAR Y TODO DE LA EMOCIOOOOON! ¡QUE EXPERIENCIA TAN SENSACIONAL!
Nos sentíamos como en una película. El helicóptero despega y te ofrece una perspectiva increíble de la ciudad. La vista del Pan de
Azúcar es impresionante y nos alejamos mientras los edificios más altos pasan rozando tus pies. A lo lejos vemos el Corcovado en lo
alto. Nos acercamos hasta la misma falda de la montaña y comenzamos una vertiginosa subida en vertical hasta llegar al mirador ¡Es
Escalofriante! Una vez arriba rodeamos el Cristo varias veces y no damos crédito a lo que vemos. Parece que estamos quietos y es la
gigantesca estatua la que gira a nuestro alrededor con la ciudad y el mar al fondo. La visión cenital es años luz superior a
la que se ve desde abajo. Las dimensiones cambian y se aprecian de manera distinta. Estamos súper emocionados. Para rematar atravesamos
toda Copacabana a baja altura. La gente te saluda alzando sus brazos desde la playa y volvemos a Pan de Azúcar aterrizando como en
una nave espacial…¡¡HA MERECIDO LA PENA!! Fueron sólo diez minutos que quedarán grabados en nuestra memoria inolvidables para siempre.
Y después de esto, ¿Qué nos queda? Cada vez hacemos cosas más alucinantes….Ya nos esperamos cualquier cosa.
Bajamos semi atontados del Pan de Azúcar y comemos frente a la playa en un restaurante de Urca, barrio que vio nacer al famoso Roberto
Carlos. Cuando terminamos salimos para completar el día viendo la puesta de sol desde el mirador del Corcovado pero llegamos 10 minutos
tarde y no nos dejan subir. Tendrá que ser mañana.
Cuando llegamos a casa, Hélio está cenando con una amiga japonesa y un danés con los que se va luego a bailar. Nos deja las llaves
de su casa y nos explica que ha hecho una especie de trueque con la chica japonesa, él le da clases de baile y ella a cambio cocina
para él. Inteligente ¿a qué sí?
16 de enero Atardecer desde el Cristo Redentor
Nos levantamos tarde y nos encontramos a Helio en la cocina con otra amiga distinta, a la que tiene que llevar a su casa. Pasamos
la mañana en la playa disfrutando de las olas y la pasarela de brasileños y brasileñas que pasean por la orilla. Después de comer
intentamos llegar a una clase de baile a la que nos ha invitado Helio, pero hay tal atasco que no llegamos a la hora y decidimos ir
directamente a ver el Cristo del Corcovado, no nos vaya a pasar como ayer.
Según llegas al mirador, ves la estatua de espaldas y ya te impresiona. Subes las escaleras mecánicas y rodeas la base de mármol negro
sin dejar de mirar hacia arriba. El tamaño de la escultura es increíble y su diseño Art Deco de una sencillez y belleza sin igual.
El rostro del Cristo te hipnotiza y sientes como si te quisiera decir algo. No hay mucha gente y las vistas de la ciudad desde el
mirador son extraordinarias. Cada vez que pasa un helicóptero recordamos el fabuloso vuelo de ayer.
Hemos subido a esta hora para ver la panorámica de día y de noche. Contemplamos el sol perdiéndose en el horizonte tras la Barra de Leme y Río llenándose de puntitos de luz. Ya en la oscuridad.
El Cristo se ilumina en color verde y parece flotar entre las nubes
protegiendo la ciudad. Salimos los últimos convencidos de que lo hemos aprovechado al máximo. Al volver a casa preparamos nuestra
típica cena española para Helio y charlamos hasta tarde. Después él, como no, salió a bailar con una amiga.
17 de enero Helio ¡Oh boy! ¡Oh boy!
Nuestro anfitrión nos invita otra vez a una clase que tiene por la mañana y allá que vamos. Las niñas emocionadas (y la mamá más)
porque piensan que va a ser una macro clase llena de gente bailando funky, pero como es verano y pleno puente hay muy poca gente en
la clase de danza brasileña. Así que las niñas se atontan y al final la que aprende a bailar con Helio es Amaya.
Hace un calor sofocante y Helio nos hace un mini tour por el centro de Río. Para llegar cogemos el metro, donde tuvimos una anécdota
muy curiosa. Había dos pasajeros negritos en el vagón y mientras uno tarareaba una canción, el otro le hacía los ritmos de batería
con los labios y golpeándose el pecho con las manos. No sabemos si se conocían, peo se coordinaban genial y es que lo llevan en la
sangre. Nos reímos mucho y ahora se nos ha pegado la tonadilla y no paramos de cantarla.
El centro de Río no tiene nada emocionante, de modo que comimos en un restaurante de comida rápida (ya basta de hacer propaganda…y
además ya os imagináis cuales pueden ser), nos hicimos unas fotos con el Pan de Azúcar de fondo y nos fuimos directos a la playa.
Y es que es lo mejor que se puede hacer aquí, dorarse al sol de estas magníficas playas. De camino, Helio nos comenta que su madre
tiene un apartamento en Búzios, un pueblo muy turístico 150 km al norte de Río y que hablará con ella para ver si podemos quedarnos
allí aunque sea por una noche.
Aliviamos el calor en las olas mientras vemos como Helio aprende a hacer surf. De pronto se empieza a nublar y una tormenta gris muy
fea se va a acercando por el este. Pero la gente no se mueve de la playa, hasta que empieza a llover, claro. Nos da el tiempo justo
de llegar al apartamento y tirarnos la piscina como locos. Ya sabéis: "De perdidos… a la pisci". Las gotas de lluvia torrencial caen
sobre nuestras cabezas y como ya estamos mojados nos da igual. Jugamos con las niñas y lo pasamos en grande. Eso si, el agua de la
piscina está más calentita.
NOTA: No hay apenas fotos de este día porque nos recomendaron no llevar la cámara ni a la ciudad, ni a la playa.
Por la noche Helio nos confirma que podemos ir a Búzios, pero que en la casa están su hermana con su marido y una amiga pero que estarían
encantados de conocernos. Así que con todo el morro decidimos ir para allá mañana y es que nos lo han pintado tan bien….