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¡¡¡ Soy el rey del Mundoooo...!!!
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6 de febrero        Disculpe... ¿está sguro de que no lleva Didymo?

Pasamos la mañana en el camping descansando y limpiando un poco nuestro apartamentito portátil. Hoy atravesamos en ferry hacia Wellington. Mientras esperamos en la cola para entrar en la bodega del barco, aparece un señor muy serio que nos pregunta si hemos seguido las normas para no transportar Didymo….

- ¿MANDEEEE???

Pues resulta que el didymo es un alga invasora de la Isla Sur que se adhiere en los bajos de los vehículos o a las botas de los excursionistas y que puede ser nociva para el medio ambiente de la Isla Norte y bla, bla, bla……..

- Pues mire UD, no, no tenemos didymo que sepamos.

- Muy bien, me alegro.

Y se va tan contento, no sin antes darnos una pegatina que dice: “DI NO AL DiDYMO”. Nos quedamos patidifusos con la pegatina  en la mano sin saber si pegárnosla en la frente o dársela a los patos…¡¡Pero qué país!! Lo mejor es que con las risas, pasamos un rato divertido pegándonos unos a otros la pegatina en la piel y diciendo: “¡Cuidado, cuidado que tienes Didymo!...¡no me toques que me infectas!”

Las tres horas del ferry se nos hacen cortas porque es como un mini-crucero por las bahías y cabos de la costa. Colinas verdes repletas de árboles que terminan en playitas en las que tan sólo se ven una o dos casitas. Nada más llegar a la Isla Norte y ver la ciudad de Wellington, notamos la diferencia. Está mucho más urbanizado, con más jaleo y población. Lo atravesamos como balas y avanzamos lo que podemos hacia Auckland. Nos quedamos a 400 km y hacemos noche en un campito del camino.

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Cuidado amigos, el Didymo ataca de nuevo

7 de febrero        Nos adentramos en la Isla Norte

Madrugamos y seguimos nuestro viaje sin parar excepto para desayunar rápidamente porque tenemos que llegar a Auckland antes de las 3pm, hora a la que cierran la oficina de Apollo donde entregaremos la caravana.

La red de carreteras de Nueva Zelanda es penosa y deja muuuuucho que desear. Casi no hay autopistas, las nacionales no pasan de una comarcal media española y el límite máximo de velocidad es 100 Km/hora en todo el territorio. La orografía, muy montañosa y llena de curvas, no ayuda, pero tampoco las interminables travesías y las obras que cada dos por tres te obligan a reducir  a 30km/h durante un par de km. Si a eso le sumas los camiones y que los puentes son por lo general de un solo carril, la conclusión es que conducir en este país se convierte en un auténtico suplicio. A modo de ejemplo, entre Wellington y Auckland hay 634Km que en condiciones normales se podrían hacer en unas cinco o seis horas, sin embargo tardamos más de nueve horas y media. ¡Una desesperación!

Tenemos un mapa requetebueno pero ya hemos aprendido a calcular de otra manera aunque no del todo, pues Luis Alonso adelanta lo que haga falta tanto si va en un deportivo, como en una burra o en un ladrillo volante como el que tenemos y que tiene sus limitaciones, claro…

De camino pasamos por el “Tongariro National Park”. Un parque con paisajes volcánicos que es una de las Mecas turísticas de este país gracias al chollo interminable que tienen por la famosa saga de “El Señor de los Anillos”. Aquí se rodaron las principales escenas de Mordock. El caso es que el parque no es muy impresionante y ofrece más bien poca cosa. Un volcán con un cono bastante perfecto, pero que después de ver volcanes de verdad como los de Guatemala, Costa Rica o la región de los lagos chilena, parece como de juguete. Además no tenemos casi tiempo y lo eliminamos del mapa. Sin embargo al pasar por las orillas del lago Taupo, sí que pensamos en que ojala hubiéramos contado con algo más de tiempo para visitar las Huka falls y pasear tranquilos frente al lago, pero no es posible. 

Llegamos con el tiempo justo a Auckland y mientras Luis devuelve la caravana, Amaya se acerca al aeropuerto y alquila un coche con el que va a buscar al resto de la family. Nos dan uno muy pequeñito pero nos dicen que son lentejas porque los tienen todos alquilados. ……Ya empezamos a echar de menos nuestra casita rodante; espaciosa, cómoda y acogedora. Enseguida miramos en Internet si hay alguna otra opción de chollo-caravana,… pero desgraciadamente no hay….sniff, sniff!!

Nos vamos a la misma calle del primer día en el centro de la ciudad y nos alojamos en un aparta-hotel magnífico donde afortunadamente tienen sitio para nosotros y no tenemos que empezar nuestro periplo de búsqueda habitual. Estamos cansados y melancólicos, así que nos quedamos disfrutando del apartamento.

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8 de febrero        Españolitos en Auckland celebrando el Año Nuevo chino

Hoy es nuestro día de suerte. Luis se acerca a los apartamentos en los que estuvimos la última vez y consigue que le devuelvan la diferencia cobrada de más. ¡Bien! Luego paseamos tranquilamente por la ciudad y cuando nos llegamos a la taquilla de la “Sky tower”, la torre de Auckland, se nos acerca una señora y nos regala unas entradas para subir. ¡Pero bueno! ¿Qué pasa hoy?

Hace mucho calor, así que nos vamos a una playita que ha visto Amaya en un folleto y que resulta ser impresionante, con un montículo que divide la orilla en dos y muchas rocas para bucear. Nos refrescamos y jugamos con las niñas en la arena. Saltan, bailan y no paran de ir de un lado a otro. No hay nada como una playa para los niños.

Subimos a la Sky Tower al atardecer para ver la puesta de sol. El mirador es todo acristalado y tienes una panorámica de 360º. Hay unas vistas bonitas de la ciudad, la bahía y el monte Edén. Desde una plataforma metálica exterior, se puede rodear la torre atado a una cuerda o hacer bungee jumping desde 180 metros de altura.

Observamos un parque con luces de colores por todas partes y un escenario gigante. Está repleto de gente. Habíamos leído en un folleto que ayer y hoy había un festival de linternas para  celebrar el nuevo año chino. Comienza el año del Buey. ¡Seguro que es ahí abajo! – dicen las niñas. Y sin pensarlo demasiado, nos vamos para allá.

Llegamos al Albert Park y está a rebosar de GENTE, sobre todo chinos,… claro. También hay un escenario en el que se van alternando las actuaciones. Pero el verdadero espectáculo es el jardín en sí. Todo el parque está lleno de farolillos de colores colgando de los árboles y diferentes escenas con figuras hechas con lámparas o linternas chinas de seda y alambre a tamaño natural que iluminan el césped como si fuera un cuento de fantasía. También hay una zona de chiringos de comida. Es curioso, esta parte es muy parecida en todos los países: Salchichas, helados, algodón de azúcar y por supuesto noddles y cerdo agridulce. En España churros y aquí chop suey, pero por lo demás, todo igual. Y de guinda, unos fuegos artificiales fantásticos y es que de esto los chinos saben un rato.

Una celebración entrañable. Y aquí estamos nosotros, cuatro españolitos de a pie en la lejana Nueva Zelanda celebrando, con ni sabe los chinos y unos cuantos kiwis, la bienvenida al año del Buey.

9 de febrero        Let´s go Zorbing !!

Partimos al sur hacia Rotorua, el centro neurálgico de la Adrenalina en la Isla Norte. Por el camino paramos en Matamata, un pueblo olvidado sin interés alguno si no fuera porque en una granja cercana se construyeron los decorados de la ciudad de Hobbiton que se utilizó en la primera parte del Señor de los Anillos. Hay folletos y anuncios por todas partes. Algunas de las fotos son muy chulas, con las preciosas casitas de puertas redondas escavadas en la tierra que recordaréis todos, pero otras fotos nos dan mala espina porque no se parecen en nada a lo que se ve en la peli. Nos acercamos a la oficina de información a preguntar y nos cuentan la realidad del asunto.

New Line Cinema, la productora cinematográfica, tiene todos los derechos de imagen de sus producciones de modo que llegan, montan los decorados, filman las escenas de la película y se lo llevan todo; Hasta el césped. Sin embargo los granjeros, para hacer negocio, han montado una especie de réplica en el lugar original pero como no pueden reproducir ni un solo decorado, sólo hay unos agujeros vacíos con tablas blancas a modo de puertas. Como no da para más, rellenan la excursión con una demostración de esquilado de ovejas y ya está. ¡Deprimente, vamos! Lo mismo pasa en el valle del poblado japonés donde se rodó el Último Samurai. Eso sí, la visita de marras costaba unos 24€ por persona. Decidimos pasar, porque si las niñas lo ven seguro que se  desilusionan.

La verdad es que los Kiwis son unos expertos en promocionar. Cada vez nos damos más cuenta del magnífico marketing que tienen por aquí…y lo poquito que hay en realidad. Te venden cualquier cosa como si fuera maravillosa. Un taller donde hacen cuatro tazas de barro se convierte en el estudio artístico personal de tal o cual diseñador o un paseo en Kayak parece una aventura de Indiana Jones. Y así con todo. Bueno está lo bueno, pero tampoco hay que pasarse sacándole la pasta al turista.

Un poco frustrados nos vamos a Rotorua y de camino nos topamos con el Agrodome, una especie de paraje donde se pueden hacer todas las cabriolas del mundo, entre otras ZORBING.

¿Y QUE ES ZORBING? Pues una bola gigante de plástico en la que te metes con un poco de agua y te lanzas colina abajo dando vueltas sin parar. ¡Divertidísimo! Ved las fotos…….Ainhoa no se atreve y nos espera abajo. Compramos tres bajadas cada uno. Sara hace la primera con nosotros dos y se raja para la segunda. Amaya hace dos y no se atreve con la tercera de modo que al final, el que hereda todas es Luis y no deja de bajar dando  vueltas una y otra vez.

Contentos y empapados llegamos a Rotorua y nos quedamos en un camping de las afueras. Hemos alquilado un bungalow precioso frente al lago con dos habitaciones, salón y cocina. ¡Qué gusto!, necesitamos un descanso.

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¡¡¡Guauu!!! Vaya playa que ha encontrado Amaya. A veces los folletos de publicida SÍ sirven para algo.
Vista de Auckland al atardecer desde la Sky Tower
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La familia hobitt, recorriendo el Mundo

10 de febrero        TEWHAKAREWAREWATANGAOTEOPETAUAAWAHIAO

No, no se nos ha estropeado el teclado ni se nos ha roto la lengua, lo que veis aquí al lado es el nombre completo de la villa termal Maorí que hemos visitado hoy. En la misma Rotorua hay un pueblo Maorí junto a unas termas volcánicas. Es una mezcla entre lo antiguo y lo moderno. Conservan sus costumbres y viven en casas modestas, pero todas tienen coches aparcados en la puerta.

Para acceder al pueblito, hay que cruzar un pequeño puente desde el que los niños maoríes se tiran al río. Si les echas una moneda al agua son capaces de encontrarla y se la meten en la boca para no perderla. Nada más entrar nos metemos en un pequeño recinto donde nos van a ofrecer un espectáculo de cantos y danzas tradicionales maoríes.

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mmmhh...creo que falta una letra....
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